Genocentrismo XXV.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia (18/04/18).
*
*Volviendo al aquí y al
ahora. El marxismo como sionismo, y el cristianismo… La ‘intelligentsia’ judía,
los intelectuales orgánicos del sionismo. Desde Pablo… Hoy están en todos
lados, en todas las ramas de la cultura, también en la cultura de masas, que es
en gran medida obra suya. También en las ciencias de la vida se han infiltrado
estos intelectuales orgánicos (Boas, Gould, Lewontin…).
Llamo la atención sobre el hecho de que el grupo étnico más
etnocéntrico que ha conocido este planeta (los judíos –el ‘pueblo’ elegido) es
el más empeñado en convencer al resto de los pueblos que las diferencias
étnicas entre los humanos no existen.
¿Qué pretenden?
El cristianismo, el marxismo,
el psicoanálisis… son instrumentos de alienación y de dominio. Aturden, confunden,
hipnotizan a las víctimas.
La negación de las
diferencias étnicas huele a programa genocida. Aquí no hay ciencia, ni verdad. Hay más política y
ambición de dominio en esta negación de las razas o etnias que en la afirmación
de éstas. Y no promete nada bueno. Se diría que la intención es la destrucción
de esta diversidad, la homologación étnica y cultural de los diferentes grupos
humanos. ¿Con qué intención, me pregunto; qué pretenden? Todo parece indicar
que cuentan con un programa oculto. Hay que andar con mucho cuidado con las
ideas presuntamente científicas de estos sionistas (no digo judíos), sobre todo
en las ciencias de la vida.
Atiéndase a las palabras de Lewontin en “Confusions
About Human Races” (2006): “…The last fact about genetic differences between groups is that these
differences are in the process of breaking down because of the very large
amount of migration and intergroup mating that was always true episodically in
the history of the human species but is now more widespread than ever. The result
is that individuals identified by themselves or others as belonging to one
“race,” based on the small number of visible characters used in classical race
definitions, are likely to have ancestry that is a mixture of these groups…”
“El último hecho
acerca de las diferencias genéticas entre los grupos es que estas diferencias
están en proceso de desintegración debido a la gran cantidad de migración y
apareamiento inter-grupal que siempre fue ciertamente episódica en la historia
de la especie humana, pero ahora está más extendida que nunca. El resultado es
que los individuos identificados por ellos mismos o por otros como
pertenecientes a una "raza", basados en el pequeño número de
caracteres visibles utilizados en las definiciones raciales clásicas,
probablemente tengan (lo tendrán, en el futuro) ascendencia que sea una mezcla
de estos grupos...” De esto se trata. Éste es el programa oculto. Éste es el futuro
que nos tienen preparado.
Por
último, estas palabras de Charles Murray in “The Inequality Taboo” (2005):
Lewontin’s position, which quickly became a tenet of political correctness,
carried with it a potential means of being falsified. If he was correct, then a
statistical analysis of genetic markers would not produce clusters
corresponding to common racial labels… In the last few years, that test has
become feasible, and now we know that Lewontin was wrong. Several analyses have
confirmed the genetic reality of group identities going under the label of race
or ethnicity. In the most recent, published this year, all but five of the
3,636 subjects fell into the cluster of genetic markers corresponding to their
self-identified ethnic group. When a statistical procedure, blind to physical characteristics and
working exclusively with genetic information, classifies 99.9 percent of
the individuals in a large sample in the same way they classify themselves, it
is hard to argue that race is imaginary.
“La posición de
Lewontin, que rápidamente se convirtió en un principio de corrección política,
llevó consigo un posible medio de ser falsado (probar si una teoría es falsa;
término ‘popperiano’). Si estuviera en lo cierto, entonces un análisis
estadístico de los marcadores genéticos no produciría racimos (‘clusters’) correspondientes
a las etiquetas raciales comunes... En los últimos años, esa prueba se ha hecho
factible, y ahora sabemos que Lewontin estaba equivocado. Varios análisis han
confirmado la realidad genética de las identidades grupales bajo la etiqueta de
raza o etnia. En el más reciente, publicado este año, todos excepto cinco de
los 3.636 sujetos cayeron en el grupo de marcadores genéticos correspondientes
a su grupo étnico auto-identificado. Cuando un procedimiento estadístico, ciego a las características físicas y que
trabaja exclusivamente con información genética, clasifica al 99,9 por
ciento de los individuos en una muestra grande de la misma manera que ellos
mismos se clasifican, es difícil argumentar que la raza es imaginaria.”
(Subrayado mío).
Tanto el ensayo de R. C.
Lewontin, como el de Charles Murray, pueden encontrarse fácilmente en internet.
¿Qué sentido tiene, por qué
la extinción de los grupos étnico-culturales que promueven los ideólogos
sionistas; para qué? Es un claro genocidio a escala planetaria. Un genocidio
enmascarado en pseudo-teorías (marxistas, pseudo-científicas), y en el nombre
de la ‘humanidad’. En el nombre de la comunidad judía, hay que decir.
De un lado el claro
etnocentrismo (el pueblo elegido), del otro lado no cesan de difundir
ideologías universales (religiosas y políticas) entre los otros pueblos
–ideologías universales transétnicas y transculturales que no les afecta, pues
ellos son los únicos que nunca dejan de ser lo que son (étnica y
culturalmente). Los otros dejan de ser lo que son (étnica y culturalmente) para
convertirse en cristianos, o marxistas. Huelen mal estos mesianismos. El
marxismo, la dialéctica materialista, es un instrumento, un cebo y un cepo…
Es notorio el cómo han
transformado la cotidianidad de los pueblos blancos; sus raíces culturales
(desde la cristianización hasta la actual proletarización en marcha). Su poder
mediático (medios de comunicación), la industria del ocio (cine, documentales
históricos, series de televisión…). Véase el caso de los EEUU: política,
filosofía, economía, pintura, música… costumbres de todo tipo. Dirigen nuestra
cotidianidad más allá de toda medida. La enrarecida atmósfera etno-cultural que
vivimos lleva la marca judía (en amplio sentido).
*En lugar del término ‘raza’,
aplicado a los seres humanos, podríamos usar términos como ‘subespecie’ o
‘subtipo’, y estos deberían ser estudiados en genética de poblaciones –su
origen, su evolución, su desarrollo… Es un deber profundizar en estas
diferencias. La gran familia ‘humana’.
La relación de cada unos de
estos grupos humanos (o variedades) con los diferentes entornos geográficos,
climáticos, vivientes (flora, fauna…). La conservación de estos subtipos del
cariotipo humano es esencial. La diversidad y riqueza étnica y lingüístico-cultural
de la especie humana es un legado que a todos los grupos humanos pertenece.
*Hablando de reducionismo, de
lo que se trata ahora (con Gould, Lewontin et al.) es de reducir las ciencias
de la vida al marxismo, como otrora al judaísmo (el ‘génesis’ bíblico) o al
cristianismo. En cualquier caso, conceptos claves en Lewontin y otros (co-evolución organismos-entorno…) están
claramente tomados de Vernadsky-Lovelock. ¿Qué mayor construcción del nicho que
la transformación de la geología, clima, temperatura del planeta y demás tras
la aparición de la vida? En este sentido Lewontin es un plagiario que no cita
siquiera sus precedentes al respecto, nada que ver con la probada honestidad intelectual
de Lynn Margulis (también judía), o Peter Westbroek (entre otros).
Recientemente encontramos
entre algunos científicos judíos (biólogos, psicólogos, psiquiatras, sociólogos…)
una reivindicación de Lamarck y la ‘herencia de caracteres adquiridos’ apoyándose en los avances en
epigenética (vease
Jablonka, Lamb, o Gissis&Jablonka, ‘Transformations of Lamarckism’, 2011). En ‘Epigenetic
Transmission of Holocaust Trauma’ de Natan P.F. Kellermann, publicado en 2013, se
nos habla incluso de una ‘transgeneracional transmisión de trauma’. Debería estar
claro que tal ‘trauma’ se transmite vía cultural, y que son los judíos los más interesados en
mantener viva, y no sólo entre su población, la memoria del discutido
‘holocausto’. Pero, ¿cómo es posible que
se puedan transmitir, vía genética (epigenética), experiencias personales psicológicas,
y no se transmita la circuncisión, por ejemplo? Los niños judíos y musulmanes
llevan miles de años sometiéndose a la circuncisión, y el nacimiento de niños
judíos o musulmanes sin prepucio sería una prueba incontestable de la herencia
de caracteres adquiridos, pero tal cosa, obviamente, no está sucediendo.
Hay muchas costumbres que
tienen que ver con modificaciones del cuerpo (del fenotipo): la antigua deformación
craneal en los aztecas; el alargamiento del cuello de las mujeres ‘padaung’ en
Birmania; la ablación del clítoris en algunos lugares de África; las
deformaciones de dientes, labios, narices, lóbulos de las orejas; las
escarificaciones o tatuajes en la piel... Si la herencia de caracteres
adquiridos fuera una realidad biológica ya hace tiempo que estas amputaciones o
deformaciones deberían haber sido trasmitidas genética o epigenéticamente, pero
tal cosa no ha sucedido. ¿Cómo es posible que se transmitan experiencias
psicológicas de una generación a otra (en unos pocos años) y no se transmitan
las transformaciones corporales que ciertos grupos humanos llevan realizándose
tal vez desde hace miles de años?
Se ve claramente que esta
vergonzosa manipulación de la verdad por parte de los ‘científicos’ judíos tan
solo pretende seguir manteniendo vivo el mito del holocausto (por intereses
étnicos, políticos, sociales, económicos…) apoyándose ahora en dudosas interpretaciones
del evolucionismo de Lamarck. Resulta perturbador que las ciencias de la vida
tomen en consideración semejantes ‘ideas’.
Podemos imaginar el
inquietante futuro de las ciencias de la vida en manos del etnocentrismo y del
suprematismo judío (el pueblo elegido). Pronto comenzará la persecución pública
de cualquier crítica de las ‘nueva biología’ (bastará con la acusación de
anti-semitismo, de probado éxito).
Tendremos una biología étnica
(judía, etnocéntrica), ideológica, política (marxista)… Lo más curioso es que
estas son las acusaciones que habitualmente se hace desde la filas judías a las
tradiciones culturales (en amplio sentido) de los pueblos otros. Los pueblos
blancos (el occidente europeo) se han visto fustigados por los intelectuales
orgánicos del sionismo desde hace cientos de años. Marx supuso una renovación
de las estrategias de ataque, ahora culturales, políticas, económicas,
sociológicas… y finalmente científicas.
Ahora se habla de ciencia
ilustrada (Lamarck), de ciencia capitalista, burguesa, o victoriana (Darwin),
de ciencia proletaria (Lysenko y su lamarckismo)… Al heliocentrismo (Aristarco
de Samos… Copérnico, Kepler, Newton…), pues, se le podría calificar de ciencia
monárquica (recordemos al ‘rey sol’). ¿Y cómo calificaríamos políticamente la
tabla periódica de Mendeleiev? Semejantes estupideces no merecen otra respuesta
que la reducción al absurdo…
Los judíos (los intelectuales
orgánicos del sionismo) llevan modificando el entorno cultural de los pueblos
desde hace miles de años –en su propio beneficio. Esta modificación del hábitat
cultural de los pueblos otros es una estrategia evolutiva; es la ‘construcción
del nicho’ tal como la entiende el pueblo ‘elegido’.
Pueblos parásitos que
alteran, que destruyen la herencia cultural de sus anfitriones en su propio
beneficio.
Al diablo la verdad… Lo que
importa es el poder, la supremacía económica, política, cultural…
*La negación del papel
principal de la sustancia genética –‘No en nuestros genes’. El fenocentrismo se
resiste. La fenomanía. ¿Por qué? ¿Por qué no se quiere reconocer el papel
exclusivo, se diría, de los genes en la evolución? ¿Qué se teme?
Las motivaciones ideológicas
y políticas (cuando no etnocéntricas, o al menos, sionistas) en la negación del
papel primordial de la sustancia genética en todos los fenómenos biológicos.
La ridícula dialéctica
marxista (de origen hegeliano) aplicada a las ciencias de la vida. El
reduccionismo ideológico marxista se está imponiendo en nuestra comprensión de
los fenómenos biológicos. La rejilla (la ‘grille’) marxista. Los grilletes.
¿Qué se pretende? ¿Qué se consigue?
No sé si hay política o
ideología del lado del genocentrismo, pero lo que es innegable es que sí la hay
del lado del fenocentrismo (el marxismo de Gould, Lewontin y otros).
Ahora se quiere una biología
proletaria, o, como mínimo, democrática. Dado que la anterior era capitalista,
o burguesa… Es el colmo de la estupidez.
Lo peor que le ha podido
suceder a las ciencias de la vida es la intrusión de estos reventadores profesionales,
de estos intelectuales orgánicos del sionismo marxista.
¿Qué se pretende? Introducir
la discordia, la división y el enfrentamiento entre los biólogos; introducir la
censura, la inquisición, la policía política… De un lado los ‘dialécticos’, del
otro… A los biólogos no dialécticos (no marxistas) se les tildará de fascistas,
reaccionarios, conservadores… se les arrinconará, se les hará la vida
imposible. Ese es el futuro. Las ciencias de la vida dirán lo que quieran los
sionistas (lo que es bueno para los ‘judíos’). No habrá verdad, ni ciencia, ni
conocimiento… Será ‘1984’ cumplido, como cuando la cristianización, la
islamización, o la bolchevización. Será el fin de las ciencias de la vida.
*Personajes insidiosos,
particularmente Lewontin con su artículo (1997) acerca de la relevancia de la
obra de Dobzhansky (Genetics and the origin of species). Insidioso, e ingrato,
toda vez que él mismo fue discípulo de Dobzhansky; injusto también, el artículo
podría haber tenido otro título, al menos; y superfluo, porque es como
preguntarse, en el campo de la física de partículas, por ejemplo, si la obra de
Bohr, o Rutherford es aún relevante. Ni el menor respeto por el que fue su
maestro. Podemos compararlo con Francisco Ayala, también discípulo de
Dobzhansky, y sus varios artículos in memoriam de éste (he podido encontrar
tres: 1976, 1985, 2000).
El año
2001 se publicó un segundo volumen de ensayos dedicado a Richard Lewontin (Thinking about
Evolution: Historical, Philosophical and Political Persectives). Maynard Smith publicó una recensión del mismo (Reconciling
Marx and Darwin, 2001) en la que hacía las siguientes observaciones (entre
otras):
“A theme which arises
repeatedly in these essays is the conflict between ‘‘neo-Darwinism’’—the
interpretation of Darwin’s ideas in terms of population genetics—and Marxist
philosophy… …The idea of a gene that influences development, but is itself
unaltered, is undialectical… …This dialectical view has led many of those who
have been influenced by Marxism to reject the idea that genes play a special
role in evolution, and to be critical of the ‘‘gene-centered’’ approach
pioneered by Hamilton, Williams, Dawkins, (and others)… …It is a curious
feature of this book that there is, I believe, no reference to the central
dogma, or to Watson or Crick. The dogma is perhaps the only statement in
biology that is at the same time general, important, and—so far as we
know—true… …To sum up, I think this book illustrates the fact that dialectical
materialism is antipathetic to the notion of genes that influence development
but are uninfluenced by it.”
“Un tema que surge repetidamente en estos ensayos es el
conflicto entre el "neo darwinismo" –la interpretación de las ideas
de Darwin en términos de genética poblacional– y la filosofía marxista… …La
idea de un gen que influye en el desarrollo, pero no se altera, es no-dialéctica… …Esta visión dialéctica ha llevado a muchos
de los que han sido influenciados por el marxismo a rechazar la idea de que los
genes desempeñan un papel especial en la evolución y a criticar el enfoque
"centrado en el gen" iniciado por Hamilton, Williams, Dawkins (y otros)...
…Una curiosa característica de este libro es que no hay, creo yo, ninguna
referencia al dogma central, o a Watson o Crick. El dogma es quizás la única
afirmación en biología que es al mismo tiempo general, importante y, hasta
donde sabemos, verdadera…
…Para resumir, pienso que este libro ilustra el
hecho de que el materialismo dialéctico es ‘antipathetic’ (opuesto, hostil, o
antagónico) a la noción de los genes que influyen en el desarrollo, pero que no
son influenciados por éste…”
El
artículo de Maynard Smith no deja lugar a dudas de que aquí ya no hay ciencia,
sino ideología; que ya no hay voluntad de conocimiento y de verdad, sino de
poder.
Añadamos estas
palabras de Erik I. Svensson, On reciprocal causation in the evolutionary process. 2017 (p.
18): “The idea that genes are
unaffected by environments and that the germ line is separated from the soma
may seem undialectical, but it is a fact of life. Strong evidence would be
required for any claims –made by EES proponents or others– that the Weismannian germline-soma separation
is not valid anymore, that the so-called “Central Dogma” of molecular genetics
does not hold up (Maynard Smith 1988; 2001) or that soft inheritance plays a
major role in evolution (Haig 2007; Dickins and Rahman 2012).”
“La idea de que los
genes no se ven afectados por los entornos y que la línea germinal está
separada del soma puede parecer no dialéctica, pero es un hecho de la vida. Se
necesitarán pruebas contundentes para cualquier afirmación, hecha por los
defensores del EES u otros, de que la separación línea germinal-soma de
Weismann ya no es válida, que el así llamado "Dogma central" de la
genética molecular no se sostiene (Maynard Smith 1988, 2001), o que la herencia
blanda juega un papel importante en la evolución (Haig 2007; Dickins y Rahman
2012).”
Ahora
se trata de juzgar (políticamente) todas las ramas de las ciencias de la vida a
través de los axiomas o premisas (cualesquiera éstas sean) del materialismo
dialéctico, y de reducirlas a éste. A lo que no coincida se le considerará como
pensamiento conservador, reaccionario, o de ‘derecha’ (ya se está haciendo).
Pronto veremos cómo se califica de fascistas a los partidarios de la evolución
centrada en los genes (en la sustancia genética, mejor).
En
estos últimos años estamos siendo testigos de la estrategia de poder (y de la
toma de poder) seguida por el sionismo marxista en las ciencias de la vida. Lo
tenemos en los medios de comunicación, en las cátedras, en los libros de texto…
Omnipresentes.
Triunfa
Lamarck, Lysenko, el materialismo dialéctico; cae Darwin, Mendel, Morgan, Vavilov,
Dobzhansky…, y el propio Haldane, marxista él, que tanto contribuyo al
neodarwinismo, ha caído en desgracia. Cae finalmente la ciencia burguesa,
triunfa la ciencia proletaria.
Vavilov,
mártir de la verdad genética. La verdad genética arruina al materialismo
dialéctico, como la evolución arruinaba a los creacionistas judíos, cristianos
y musulmanes.
*Levins&Lewontin,
en el mismo prólogo del ‘biólogo dialéctico’ dicen que el materialismo y el cambio implícitos en la evolución de
Darwin son dialécticos, pero que la adaptación no lo es (es ‘cartesiana’). Al
no ser dialéctica hay que descartarla. Se ve cómo prevalece la ideología sobre
la ciencia, el conocimiento, o la verdad. Lo que coincida con el materialismo
dialéctico pasará la prueba, contará con el ‘nihil obstat’ de los censores de
turno, lo que no coincida será descartado, boicoteado, o prohibido. Los
científicos que no den muestras en sus teorías o puntos de vista de suficiente
marxismo serán entonces acusados, insultados, silenciados, y perseguidos.
En
el materialismo dialéctico, como en otras ideologías (religiosas o políticas),
la censura o aprobación nada tiene que ver con la ciencia de que se trate. Esto
no sólo tiene consecuencias para el conocimiento, muchos hombres y mujeres de
ciencia pagan las consecuencias de semejante control ideológico de las
disciplinas del saber.
La aportación del marxismo a
las ciencias de la vida: ruido, confusión.
El
materialismo dialéctico en las ciencias, que cada vez tiene más fuerza, es la
nueva inquisición –como lo fue no hace muchos años en la URSS. La crítica a
Lysenko y al lysenkoismo que encontramos en Gould o Lewontin no debe
confundirnos. Es el ‘diamat’ en acción.
La
adaptación no es dialéctica, el gen no es dialéctico, así pues…
El
disimulo de los marxistas; las tácticas, la estrategia…
Los
desastres del ‘diamat’ en la URSS, son los errores que se advierten en los
biólogos dialécticos de hoy. La represión vendrá…
Enemigo
del pueblo, enemigo de clase… enemigo del ‘diamat’… burgués, idealista, mecanicista,
reduccionista, reaccionario, fascista… Estos son los apelativos que los
marxistas prodigan a los no marxistas. Llevan más de un siglo haciéndolo.
Debemos acostumbrarnos a ellos.
“We
shall go to the pyre, we shall burn, but we shall not retreat from our
convictions.” Nikolai Vavilov, 1939.
El ‘diamat’, hostil (anti-pathetic) a la verdad.
Una biología marxista resulta tan estúpida,
delirante y peligrosa como una biología cristiana, judía, musulmana, budista,
hinduista… democrática…
Las ciencias de la vida no necesitan de ninguna
ideología (religiosa o política) para llevar a cabo su cometido. Se bastan a sí
mismas.
Estas ideologías quieren apropiarse o destruir el
mensaje que las ciencias de la vida vienen a traernos. Manipular, distorsionar,
podar… los ‘lechos de Procrustes’.
Lo que, en las ciencias de la vida, no coincida con
la dialéctica materialista debe desaparecer, simplemente. Éste es el cometido
de los ‘biólogos’ dialécticos, de los intelectuales orgánicos del sionismo
marxista.
*Los biólogos judíos se promocionan a sí mismos (a
los suyos). Adviértase esto en los textos de Gould, Rose, Levins, Lewontin,
Jablonka… Como reivindican y recuperan a los suyos. Reescribir la historia de
las ciencias de la vida. Las tendencias y los autores que no les vengan bien a
los judíos serán difamados, ridiculizados, caricaturizados… Los antecedentes no
judíos de las tesis defendidas por los judíos serán ocultados, silenciados. Los
otros, los no judíos, desaparecerán de los libros y manuales.
El espíritu de cuerpo judío, su ‘eterna’ estrategia
evolutiva. La negación del otro. En último término, les gustaría vernos a todos
arrodillados a los pies de los suyos (Marx, Freud, Boas…).
Vernadsky no era judío, pero era soviético,
bolchevique, marxista… Esto, al parecer, le salva. Pero basta leer la biografía
de Vernadsky para advertir que poco o nada tenía que ver con los soviets o
marxistas. Los padeció, como la población rusa en general.
Sucede igual en filosofía con los autores judíos
–Derrida, Lévinas… También ellos potencian o promocionan a los suyos (a Marx y
a Freud principalmente), se promocionan entre sí. Es la misma estrategia
evolutiva de grupo.
En todos los campos de saber, incluso en las
ciencias de la vida, hay que introducir a Marx o a Freud. Darwin es nada… La
antropología darwiniana, la sociobiología, o la psicología evolucionaría son
censuradas porque no les interesa, porque no son marxistas o freudianas, porque
ponen en evidencia su estrategia evolutiva de poder –su suprematismo.
En resumidas cuentas, la guerra de los judíos por
la supremacía (étnica, cultural, política…) se ha introducido en las ciencias
de la vida (que se encontraba parcialmente libre de ellos). Desde Gould,
Lewontin, Levins, Rose, Kamin… desde los años setenta del pasado siglo. Su arma
predilecta es el materialismo dialéctico, aunque también hacen uso del
psicoanálisis. Veamos como los biólogos gentiles salen airosos de esta prueba.
Y por biólogos gentiles no me refiero tan sólo a los occidentales.
*
Hasta la próxima,
Manu
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