Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 26 de octubre de 2017

164) Genocentrismo XVIII


Genocentrismo XVIII.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (26/10/17).

 

*

 

*Lo insólito es el discurso de Zarathushtra hace unos cuatro mil años (según el cómputo de Talageri). Los dos espíritus (ánimos, talantes…). La doble elección, el doble camino…
La respuesta de Zarathushtra  al caos, al desorden, a la mentira, a la injusticia, a la violencia, al abuso, a la impiedad…
Hay un camino (una manera de proceder, de estar, de ser… de vivir) que hace prosperar la vida (la tierra, los hombres, el ganado…), y hay un camino que la destruye, la agosta, la aniquila.
Podemos elegir entre un camino u otro. Un camino fortalece, otro debilita; uno beneficia, otro perjudica.
El buen camino afectaría a todos los grupos implicados en la querella. A los seguidores de los ‘asuras’, y a los seguidores de los ‘devas’. Los seguidores de los ‘asuras’ escogieron el camino que hace prosperar. Los seguidores de los ‘devas’ escogieron el camino que daña, que destruye, que perjudica… (el robo, la violencia, la crueldad…).
Zarathushtra usa conceptos. Estamos ante conceptos, no ante dioses. Se invoca la justicia, la verdad, la piedad, el buen dominio…
No es una simple reforma ‘religiosa’, la de Zarathushtra, es una revolución espiritual, moral, filosófica, social, ecológica incluso… Se pretende cambiar el ‘éthos’, la conducta, las costumbres (la moral)… Hacerla cuidadosa, pacífica, constructiva con el entorno (humano y no humano).
Se combate con los ‘ideólogos’ de los ‘devas’ (poetas-sacerdotes). Con la palabra (el discurso) que legitima el abuso, la violencia, el engaño… Contra los dioses (principios) violentos y mixtificadores. Contra la insaciable ambición de dominio que destruye lo logrado.
Se postula una manera de vivir (de estar, de habitar, de morar… de convivir) positiva, constructiva, creativa… No violenta, no mixtificadora. Basada en el trabajo, en el cuidado de la hacienda (de la tierra, del suelo productivo, del ganado…), en el amor…
El ‘alma de la vaca’ (del mundo viviente, de la vida) se lamenta… Así dice: “…La violencia (aêshemo), y la opresión (hazas), / la sed de sangre me han encadenado, y la rabia (deresh) y la fuerza (tevish)…”  (Yasna 29,1).
Zarathushtra tiene oídos para el lamento del ‘alma de la vaca’ (del mundo viviente). Como muchos hoy.
 “Que podamos ser nosotros (los seguidores de Asha (orden, verdad, justicia…)) aquellos que hacen progresar (regenerar, renovar) este mundo (‘ahu’, existencia, vida)…” (Yasna 30,9).
 “Hablaré de lo que es mejor para la  vida (‘ahu’).” (Yasna 45,4).
La lectura de los cantos (gâthâs) de Zarathushtra es altamente recomendable. No tienen nada que ver con las religiones de salvación personal (cristianismo, budismo…), con los puntos de fuga individuales al lamentable estado de cosas (la guerra interminable, la violencia gratuita, la destrucción, la hambruna, la miseria, el engaño, la mixtificación...). Es una respuesta radical y colectiva. Es una fuente de inspiración; un viento que inspira, que orienta, que encamina…
La conducta descuidada, negligente, torpe, ciega… nos está conduciendo al borde de la extinción. Todo el planeta muge, brama… Contaminado, mancillado, envenenado… con la soga al cuello. Nunca como ahora. ¿Qué haremos; continuaremos por el mismo camino de destrucción y muerte? El camino que llevamos no es bueno para la vida –la daña, la impide, la obstaculiza... la malogra, la aniquila.
Actualizar, poner al día el dualismo zarathushtriano. Ahora es un discurso para la vida, no para tal o cual tribu, pueblo o nación, ni siquiera para el hombre. Ahora es la vida en el cariotipo humano la que tiene que reflexionar y elegir. Es una decisión que compete a la vida, a la sustancia viviente única –al genoma, no al soma.
Los tiempos de Zarathushtra –rodeado de hostilidad, de ambición de dominio…  El entorno agresivo, violento, cruel… del neolítico histórico temprano, los primeros imperios bélicos… acadios, asirios, los ‘bharatas’, los ‘turanios’… Las nuevas armas. El bronce. El carro de combate. El imperio del terror.
Dudo que se haya escuchado alguna vez una voz más inteligente, más cuerda. En un entorno  tan tosco, tan primitivo.
El movimiento que inicia Zarathushtra, en tiempos tan tempranos. La comunidad de los ‘pobres’. Aquellos que eligieron el camino de la vida, de la verdad, de la justicia, del bien…
No hay dioses, sino conceptos, principios. Es un nuevo ‘éthos’, una nueva manera de vivir, de estar, de morar, de habitar… Lejos de la violencia gratuita, de la codicia, de la mentira, del engaño…
El uso de conceptos en Zarathushtra. El primer filósofo, tal vez. No dioses, sino conceptos: la sabiduría, la verdad, la justicia, el buen gobierno, las buenas intenciones, la piedad (la empatía), el buen hacer, la libertad (de elección)… la plenitud, la indestructibilidad… La recompensa. Son palabras.
Los dotados (magauuan), los veraces (ashauuan), los rectos (erezuuan)…
*Caminos divergentes. El hinduismo (y el posterior budismo) nihilista y el zoroastrismo.  Un proceso que se inicia, según el cómputo de Talageri, hace unos cuatro mil quinientos años. En el periodo medio védico.
Hay un año cero, hace seis mil años (la escritura sumeria). El movimiento hacia el oeste de los Bharata (Purus) desde Uttar Pradesh, hacia las actuales Punjab, Cachemira y Afganistán, se inicia tal vez a mediados del primer milenio (hace unos cinco mil quinientos años). La Batalla de los Diez Reyes (en tierras del Punjab) se fecha (según datos astronómicos en el Mahabharata) a finales del sexto siglo del primer milenio (véase Achar, Astronomía védica, 2000). Ulteriormente hubo otra batalla significativa en la que parece estar implicado Zarathushtra y Vishtaspa (‘kavi’, jefe, rey…) contra un intento de proseguir el avance por tierras iranias de los Bharata (Purus, arios). A juzgar por los textos avésticos la batalla la perdieron los Bharata y freno su avance hacia el oeste, ocupado ya plenamente por los iranios. Esto se produce a mediados del segundo milenio (hace cuatro mil quinientos años). Las dos ramas (arios e iranios) toman caminos divergentes. La rama aria culmina en el nihilismo hinduista, la rama irania persiste en el ‘activismo’ zoroastriano. Las dos ramas desarrollaron sus culturas/religiones de manera independiente y en paz.
Es muy posible que Zarathushtra no hubiera tenido problemas con el hinduismo. Es incluso posible que el hinduismo fuera una respuesta al discurso ‘ético’ de Zarathushtra. El ‘éthos’ bélico, imperialista, guerrero (kshatria) de los Bharata desapareció tanto en un lado como en otro. Tal vez los restos de aquel espíritu belicoso se encuentra entre los arios de Mittani (en el reino hurrita situado al sureste de los hititas), los posiblemente arios casitas en Babilonia, e incluso entre los filisteos o los ‘pueblos del mar’, que se expandieron por Oriente próximo y llegaron hasta Egipto. Estos ya portarían los carros de combate (finales del segundo/principios del tercer milenio). Los escasos registros lingüísticos de estos pueblos lo correlacionan con el védico en un determinado estadio de su evolución que se corresponde con los tardíos mandalas (5, 8, 1, 9, 10). Los textos gáticos (el viejo avéstico) se corresponde con los mandalas del período medio (4, 2). El periodo tardío supuso una gran interacción lingüístico-cultural entre arios e iranios. Los mandalas del primer período (6, 3, 7) relatan el avance hacia el oeste (las tierras ocupadas por los iranios) de las ‘tropas’ arias comandadas por los Bharata. En este período apenas si hay contacto entre iranios y arios. Esto se puede estudiar en los textos de Talageri (véase en la wiki).
Es justamente a finales del segundo milenio, y a lo largo del tercero, que se desarrollan las tradiciones espirituales post-védicas (Brahmanas, Aranyakas, Upanishades… Sutras…), el hinduismo propiamente dicho, y el conjunto de los textos del Avesta (en viejo y joven avéstico).
Los más viejos textos del Avesta (las gâthâs del propio Zarathushtra y la propia existencia de éste) se remontan pues a mediados del segundo milenio (hace cuatro mil quinientos años).
Puedo imaginar que entre los iranios y los arios (al oeste y al este del Indo) hubo un período de paz prolongado desde la última batalla mencionada (a mediados del segundo milenio) hasta bien entrado el cuarto milenio. (El imperio persa (los aqueménidas), Asoka desde la India, y el posterior  imperio de Alejandro fueron, ya en el cuarto milenio, los grandes perturbadores de la zona.) El Avesta, durante todo ese prolongado periodo no registra batallas entre arios e iranios. Los iranios se concentran y expanden hacia el norte, sur y oeste. Los arios se expanden en el subcontinente indio. Fue un periodo fecundo para ambas ramas. En la India desde el Atharva Veda, las Brahmanas y demás, hasta la redacción del Mahabharata, el Ramayana, las Puranas, las escuelas filosóficas, los gramáticos, los compiladores, los estudiosos, los matemáticos… Entre los iranios todo el cuerpo del Avesta. Los iranios no tuvieron tanta suerte, perdieron sus libros santos (el Avesta) cuando Alejandro Magno ordenó incendiar Persépolis. Fue con los arsácidas y los posteriores sasánidas que lograron recomponerse parcialmente aquellos tesoros.
La cultura védica sería la primera gran cultura llevada a cabo por pueblos indoeuropeos. Le seguiría la avéstica. Y mil años después (ya en el tercer milenio) vendrían la hitita y la griega micénica.
Los tiempos inmediatamente post-zarathushtrianos viven la victoria sobre los belicosos, el freno puesto a los avances de los belicosos.  Es una paz lograda, conseguida. Se vive una victoria. Puedo imaginar aquellas exultantes primeras comunidades regidas por Vishtaspa y sus herederos en las tierras al noroeste del Indo (actual Afganistán, a las faldas del Hindukush, y quizás más al norte en Bactria).
Todo esto que relato viene al caso para contextualizar el estado de cosas contra el que reacciona Zarathushtra. La invasión, la venida y el triunfo (el imperio) de los violentos y los astutos (mentirosos), de los ‘kakós’; la violencia desatada, la crueldad, el desorden, la hambruna, la miseria….
Los colectivos humanos vivimos en un medio enloquecido desde hace miles de años –al menos desde los inicios del neolítico histórico y los primeros imperios, hace seis mil años.
Los males que aquejaban a la sociedad del tiempo de Zarathushtra son los males que nos aquejan hoy… agravados.
Un proceso destructivo imparable desde hace miles de años. Una deriva absurda, insensata, ‘irreal’… Ningún pueblo se libra, ningún colectivo.
Cambiar la mirada, el ‘éthos’, la conducta, el hacer… Lo que propone Zarathushtra. Por el bien de todo y de todos. Podemos elegir entre un modo y otro, entre un camino y otro. Y hay dos caminos fundamentales, el camino que contribuye a la vida y el camino que daña o perjudica a la vida –el que hace bien y el que hace mal; el que fortalece y el que debilita… El que nada contribuye, el que deja las cosas como están no nos interesa.
*El principio de la libertad de elección se fundamenta en la primacía del pensamiento y la libre voluntad. Es porque pensamos y ponderamos que podemos elegir.
Un dualismo ético, o mejor, etológico. Hablar de ecología humana (el impacto del ‘hombre’ en el medio ambiente) es hablar de etología humana (de su con-ducta, de su com-portamiento, de su manera de vivir…).
Pudiera parecer que, en último término, es la conducta lo que cuenta, el proceder, pero todo comienza en el ámbito del pensamiento. Primero se planea y luego se ejecuta. Así pues, es en el pensamiento donde comienza todo. La violencia y la astucia son los medios para conseguir lo proyectado.
Es preciso tomar partido, elegir. Y elegir el buen camino para la vida, el que conduce a la plenitud y a la prosperidad de todo y de todos. Cuidar, cuidarnos. No habrá futuro si proseguimos el camino que llevamos, si no cambiamos, todos, de camino, de proceder.
Lamentablemente el dualismo psicológico, etológico, conductual… de Zarathushtra fue usado políticamente por los imperialistas aqueménidas. Se soslayaba el debate sobre el ‘éthos’ (el modo de estar, de vivir, de morar…). Ahora era: ‘nosotros’, los fieles de Ahura Mazda, somos los buenos (los justos, los veraces…), y los ‘otros’, cualesquiera estos fuesen, son los malos (los violentos, los mentirosos). Este dualismo belicoso es el que se impone y el que recoge y transmite la tradición judía y, por mediación de ésta, las posteriores cristiana y musulmana (los ‘otros’ para estos son: los goy, los paganos, los infieles…, estos es, los no judíos, los no cristianos, los no musulmanes…). Un dualismo ofensivo; un dualismo (étnico, ideológico, cultural…) que divide y enfrenta. Un arma para la guerra. Un instrumento ideológico al servicio de los violentos y los astutos. Un instrumento de alienación y de poder.
La diabolización o satanización del otro, del no-yo, cualquiera fuese éste y cualquiera que fuese su comportamiento, esto es lo que vivimos con los judíos, cristianos, musulmanes, demócratas, y comunistas. A ese ‘otro’, una vez satanizado (convertido en lo malo, en el ‘mal), se le puede mentir, robar, matar… hacerle la guerra…
Queda a salvo el genuino discurso de Zarathushtra. No se le toca, podríamos decir. La libertad de elección ante los dos caminos. El camino que hace bien (a todo y a todos), y el camino que hace mal, que daña, que perjudica. La distinción entre uno y otro, entre las diferentes maneras de morar y sus consecuencias para el mundo viviente.
Un dualismo psicológico, anímico (psicolingüístico), y un dualismo etológico (conductual) –que concierne al ‘éthos’. Un dualismo interno y otro externo. Un dualismo que se manifiesta dentro y fuera.
Se trata de actos conscientes y deliberados, que previamente han sido pensados. La conducta sigue al pensamiento. Primero deliberar, reflexionar, distinguir, dirimir, elegir… La conducta es fiel reflejo del ámbito intelectivo, de lo que se cuece ahí.
El pensar-decir, y el actuar. El pensamiento-palabra, y la obra. No hay contradicción entre lo que se piensa y lo que se hace. Para lo bueno o para lo malo, quiero decir, se elija el camino que se elija. El que obra-mora bien, y el que obra-mora mal, ambos, han elegido el camino en virtud de su libertad (de elección), y son responsables de sus actos. Cada uno sabe lo que se hace.
No ya cómo vivir, sino cómo con-vivir. Nosotros no vivimos sino con-vivimos (con otros miembros de la especie, con otras especies, con un entorno físico-químico…).
Qué actitud tomar con otros humanos, con otros seres vivos; con el entorno viviente y el no viviente. Qué camino elegir. El camino común que a todo y a todos beneficia, o el camino del provecho o beneficio propio (sin importar las consecuencias).
La conciencia de sí como sustancia viviente única, el conocimiento que hoy es dable tener acerca de nuestra naturaleza, de nuestra esencia. Nuestro conocimiento acerca de la vida que somos. La luz de este conocimiento está tardando en llegar a todos. Estoy convencido que la asunción de este conocimiento cierto, inclinará la balanza a favor del camino de la vida.
Donde está el máximo peligro está también lo que salva. Heidegger.
Un planeta viviente que se duele, que se lamenta… pero que, al mismo tiempo, tiene la respuesta o la solución a mano. La revelación, el descubrimiento, el desvelamiento de nuestra naturaleza coincide con los momentos del máximo peligro para el futuro de la vida en la tierra. En el momento más oportuno para cambiar de actitud, para cambiar de camino, de proceder; para transformar por completo nuestro modo de estar en este planeta.
El peso del conocimiento, el peso de la verdad, han de incidir necesariamente en la deliberación, en la reflexión acerca del qué hacer, del cómo morar... de cómo proseguir nuestra estancia en este planeta cuyas condiciones de existencia nosotros mismos (la vida) hemos contribuido a optimizar. La buena elección viene de suyo. Es lo que se espera, lo razonable, lo justo.
El futuro será genocéntrico (biocéntrico, ecológico…) o no será. Un ‘éthos’ nuevo. Un nuevo modo de vivir, de estar, de morar, de habitar… (de ‘ser’).
Un ser que muta. La sustancia de sí como sustancia viviente única hace que dejemos de ser humanos. Entiéndase esto. Ahora nos consideramos como vida. El sujeto del pensar-decir y del hacer es otro. La perspectiva ha cambiado. El ser simbólico, el ser lingüístico-cultural, cambia su consideración acerca de sí.
*La libertad de elección. El doble camino. Nada más sencillo. Ahora toca a la vida (en el cariotipo humano) la elección. Ahora es la vida la que se encuentra ante el doble camino.
Lo cierto es que no podemos seguir por el camino que llevamos (los colectivos humanos a escala planetaria). El cómo moramos. Nuestra conducta, nuestras actividades, nuestro hacer. El ‘éthos’ ha de cambiar de manera radical y absoluta –la  conducta, el hacer. Nos va en ello el futuro –no el futuro del ‘hombre’, insisto, sino el futuro de la vida.
Es como vida que debemos vivir; y es como vida que debemos elegir lo que es bueno para la vida –para Nos.
La vida en el cariotipo humano ha de convertirse en la cuidadora de la vida –del resto de las formas vivas, del entorno abiótico… de todo.
La conciencia de sí como vida ha de tener su peso en nuestras deliberaciones y decisiones –el periodo genocéntrico que se abre tras el conocimiento de la sustancia genética, de la sustancia viviente única, de Nos. El antropocentrismo tiene sus días contados –el ‘hombre’, los ‘hombres’, los ‘humanismos’… El panorama es otro, radicalmente otro. El centro, la perspectiva es radicalmente otra.
Piénsate como vida. Considérate como vida y no como ‘hombre’, o criatura. Comienza desde este punto. Parte de ahí.
*Se precisa la ‘visión’, el conocimiento, el saber. Se precisa la conciencia de sí como vida. Y se precisa también el ser conscientes del doble camino, de la libertad de elección. Es justamente la libertad de elección la que nos hace responsables de nuestros actos.
Cuanto más conocimientos, más conciencia, y cuanta más conciencia, más responsabilidad…
El saber y la verdad urgen, apremian… mandan…
*
Hasta la próxima,
Manu

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