Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 28 de agosto de 2017

160) Genocentrismo XIV


Genocentrismo XIV.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (28/08/17).
 
*


*La sustancia genética, la sustancia viviente, el plasma germinal… es el ser necesario –el que no cesa. Los somas son seres contingentes.
Sustancia genética, esto es, ácidos nucleicos y ribonucleicos. Todas las sustancias implicadas (metabolitos) en la meiosis, mitosis, expresión, desarrollo y demás, están construidas y dirigidas por la sustancia genética. No sólo, pues, el ADN, también los diversos ARN.
*No son determinadas razas, o determinados grupos económico-sociales los que arruinan la vida, sino la misma vida… Es siempre la vida. Es vida contra vida.
La ciega ambición de dominio, la codicia de oro y de poder… No de tal o cual etnia, o de tal o cual grupo económico… sino de la misma vida.
Es la vida la que ha de dominarse, o moderarse, o controlarse… a sí misma. La que ha de poderse a sí misma.
*Lo único que evoluciona son las formas corporales; los somas. La sustancia genética permanece inalterable. Es la sustancia genética la que hace evolucionar a sus somas.
*Yo ‘soy’ (ex-sisto, vivo…), luego pienso, quiero, siento… El pensar, el querer, el sentir… es consustancial a la misma vida. La vida (la sustancia genética, las biomoléculas, la sustancia viviente única…) es un ente pensante, volente, sintiente…
*No es el ‘hombre’ el que asumirá el gobierno de la tierra (Nietzsche-Heidegger), sino la misma vida.
El hombre del neolítico –antropocéntrico, codicioso de bienes… lleno de hibris… Pero no es el hombre sino la misma vida la codiciosa, la ciega… la intemperante…
*Dejar al ‘hombre’ atrás –todo lo humano, y especialmente el antropocentrismo del neolítico histórico (los últimos seis mil años). Sin ira ni rencor por el ‘fue’.
Las querellas, las disputas de los humanos (las voluntades de poder encontradas): étnicas, culturales, económicas, territoriales… Los laberintos del neolítico. Las pesadillas. Las cadenas. Liberarnos, desprendernos, deshacernos… de lo humano. Liberarnos de esa vida alienada. Que nada humano nos afecte.
Dejar atrás el periodo humano de nuestro devenir sobre esta tierra. Conciencia biológica, genética, trans-específica… post-humana.
Renacer, retornar a la vida, al Uno.
*Los ‘mundos’ generados a lo largo del neolítico difieren absolutamente de los generados en el paleolítico. 
La era técnica actual y su impacto en las sociedades humanas (tal y como lo ‘ve’ Heidegger) es la corona del neolítico.
No es necesario saberse voluntad de poder para serlo.
Descartes es un síntoma del período. Su ‘discurso’, su ‘hombre’, su sujeto, su ‘yo’… se adecua perfectamente al momento histórico en el que vive. Es el principio de la era moderna –el nacimiento del mundo moderno y contemporáneo. La burguesía, el capitalismo emergente, las primera máquinas… los cambios en la visión de la naturaleza, del hombre…
¿En un principio es la acción, y luego viene la palabra? ¿Primero las formas de vida, después los ‘mundos’ lingüístico-culturales? Como quiera que sea, podemos decir que desde un principio ‘formas de vida’ y ‘mundos’ forman un ciclo a dos donde  A (el ‘mundo’ de las prácticas y modos de vida) hace posible, genera, influye… en B (el ‘mundo’ de la palabra, del discurso…), y B, a su vez, influye… en A. Es el ciclo tierra-cielo. Y es virtualmente eterno.
La palabra precede a la acción; la acción precede a la palabra… ¿Qué fue lo primero?
Nuestras experiencias y actividades de cada día no dejarán de hacernos reflexionar, y a su vez nuestras reflexiones no dejarán de influir en las actividades  y experiencias de cada día. En tanto los humanos (nuestras peculiares características) sigan siendo –en tanto que sigamos siendo.
Bodas de la tierra y del cielo –del materialismo y del idealismo.
No se puede ser absolutamente materialista o absolutamente idealista. Excluir o aminorar la importancia del mundo de la palabra o del discurso, o del mundo de las actividades y demás  (decir que el mundo de la palabra o el discurso son nada, o lo contrario). Mutuamente se necesitan, se requieren ambos extremos; se dan vida. No son el uno sin el otro.
Pienso que este lenguaje nos retiene aún en el mundo de los ‘humanos’. Sus dualismos…
Con todo, ¿qué cosa ‘humana’ puede encajar en un mundo genocéntrico, post-humano?
*Hay vida que va contra otra vida. Hay vida no constructiva, no creativa… sino destructiva. Cierta vida que en su ciego proceder desertiza, arrasa… acaba con todo.
La vida se ama a sí misma, se odia a sí misma, cuida de sí, se descuida… Es lo uno y lo otro... Es lo alto y lo bajo, lo noble y lo vil… Contiene todos los opuestos que podamos imaginar. Hablo únicamente de la vida, del ente viviente, de la sustancia viviente única; de nosotros  –de Nos.
*La vida es la vida en el ‘cosmos’, en el universo, en el ‘mundo’. Un cosmos que es materia viviente y materia no viviente. Lo viviente y lo no viviente conforman este cosmos. La sustancia de la vida es materia cósmica también.
La vida es la autonomía en el cosmos. La libertad. Lo semoviente. La percepción. La reflexión. El lenguaje. La comunicación. La creación –la vida es creadora de formas.
En cualquier forma de vida (fenotipo) podemos observar su pericia –su  maestría, su señorío, su dominio del entorno físico-químico (gravedad, presión, atmósfera, temperatura…). Levanta cuerpos en los medios más adversos. Esta interacción ‘victoriosa’ con el entorno implica percepción, y reflexión, y memoria… La vida acaba por ‘conocer’ el mundo en el que ha venido a ser; el mundo al que pertenece; el mundo en el que ‘es’. La vida es en el cosmos, y con el cosmos.
 Cuando  hablamos de la vida de nosotros hablamos. Hemos de interrogarnos como vida, no como seres humanos. No el lugar del ‘hombre’ en el cosmos, sino el lugar de la vida. No el ‘ser’ del hombre, sino el ser de la vida que, antes que nada, somos. El cuerpo, el soma, la figura con la que aparecemos es obra nuestra, es nuestro medio de locomoción, nuestro soma protector… 
Nosotros somos lo único vivo en la criatura que aparece. Somos el ‘yo’ de la criatura (cualquiera ésta sea). Nosotros somos la sustancia viviente única.
Nuestro ser es ser la vida que somos. Nosotros somos el ser viviente único, nosotros somos la vida.
La soledad de la vida. La soledad cósmica. La vida en el cosmos. Centros de vida separados por cientos o miles de años luz unos de otros. Eternamente aislados.
*El genocentrismo es un estadio de evolución que puede alcanzar la vida en cualquier punto del cosmos. La autoconciencia, la autognosis de la misma vida. La vida que llega a tener conciencia de sí. Es la vida la que se proporciona, en un momento dado de su devenir, tal autognosis. Para que esta autognosis se haga posible se requiere de un cariotipo específico (que es obra de la misma vida). Se trata de un cariotipo específico que es consciente de sí como vida, y que trasciende su ser específico (su ‘humanidad’, en nuestro caso). La ‘superación’, el abandono del ser específico. El período ‘humano’ es dejado atrás (el antropocentrismo, el fenocentrismo).
Este conocimiento parte en dos, de manera irreversible, el devenir de la vida en cualquier punto del cosmos. Aquí, nosotros, en este planeta. Éste es el momento que vivimos. Vivimos los primeros tiempos, aún inadvertidos, del genocentrismo. Damos los primeros pasos.
Este estadio evolutivo alcanzará, tarde o temprano, a todos los miembros de la especie humana. Un saber que será patrimonio de las generaciones por venir; que nos transformará. Tendremos, inexorablemente, un futuro genocéntrico.
La sonda aquella que se lanzó al cosmos hace unas décadas conteniendo información sobre el planeta y sus habitantes pecaba de antropocentrismo. Pertenece a un estadio pre-genocéntrico en nuestra historia, un periodo antropocéntrico, fenocéntrico –el que aún vivimos. No conseguimos librarnos de la perspectiva antropocéntrica. ¿Hasta cuándo?
*La vida es nuestra fe. Nosotros creemos en la vida, creemos en nosotros mismos. Nosotros somos lo esencial. Nosotros somos la esencia de lo viviente; somos lo viviente mismo.
Contemplarlo todo desde la sustancia viviente única. La perspectiva genocéntrica. Trascendemos la especie, hablamos como vida.
 *El ‘hombre’ no tiene futuro. El período antropocéntrico (fenocéntrico) acabó. El último (gran) pensador antropocéntrico es Heidegger. Con este pensador se cierra el período filosófico antropocéntrico. No más allá.
Tendremos que rebuscar en el pasado, ver qué podemos llevar con nosotros al futuro genocéntrico. Apenas nada. Lo menos ‘humano’. La clave está en si conviene a la vida o no. Si tal o cual cosa son dignas de la vida; si pueden ser adoptadas por la vida sin demerito. La vida misma juzga.
Ahora es la vida el ‘sujeto’ y el ‘centro’.
*Desde la perspectiva genocéntrica todo cambia, el mundo es otro. Tú eres otro. El lugar de la vida, el lugar que nos estaba reservado.
Todo cambiará. El amor, la amistad…; las relaciones con el entorno viviente y no viviente; las ‘artes’…, el pensamiento… Seremos otros, devendremos otros.
Queda todo por hacer. Un mundo nuevo.
Ahora será un mundo por y para la vida.
La amistad y el amor entre fragmentos del Uno –de lo mismo. Entre fragmentos perecederos, además.
La reproducción y las unidades sexuadas. Las unidades pasan, la sustancia viviente (la esencia de la vida, el Uno) permanece.
Los seres vivos (los organismos) no nos reproducimos, es la sustancia viviente  la que se reproduce en sus criaturas –se prolonga a través de las generaciones.
En virtud de la ‘reproducción’ nuestra sustancia viviente, nuestra materia genética, vuelve a la vida y a la luz una y otra vez –con sentidos siempre nuevos percibe una y otra vez este cosmos bienaventurado.
Es una sola la sustancia viviente, una y la misma en todas las criaturas. La unidad de la vida. La unidad a la que pertenecemos, la unidad que somos. Ser conscientes de todo esto…
El amor entre unidades sexuadas contingentes. La amistad…
¿Qué música, que poesía, qué pensamiento puede satisfacer a Xenus/Nexus? ¿Qué cultura?
Los futuros crearán culturas dignas de la vida. Irreprochables.
*Que calle el hombre. Que hable la vida. Que la vida tome la palabra; que la vida ocupe su lugar.
*Vivimos la última fase del pensar y del hacer antropocéntricos (especialmente el antropocentrismo del neolítico histórico). La era técnica de la que habla Heidegger. Esta era técnica coincide con el conocimiento de la sustancia genética, de la sustancia viviente única. Este conocimiento nos ha revelado nuestro ser –nosotros somos ‘eso’ (sustancia genética, materia viviente ordenada). Este conocimiento, que es saber cierto que concierne a nuestro ser, arruina todo antropocentrismo, lo aniquila; lo convierte en cosa del pasado. Esta luz inaugura un nuevo período, una nueva fase en nuestro devenir, una nueva fase interminable.
Vivimos los principios, los comienzos de un periodo que no tendrá fin. La vida, finalmente, se ha asentado en la tierra, y tiene la palabra –que no le será arrebatada nunca más.
La conciencia genética (trans-específica, post-humana) es lo que viene, lo que ya es (posible).
El ser viviente único ahora consciente de sí. A la luz. Públicamente. El cariotipo humano es el lugar de la ‘revelación’, de la autognosis. Esta ‘revelación’ afecta a todos los miembros de la especie humana. La única especie, que sepamos, en la que se produce esta autognosis –debido a nuestra peculiar ‘hechura’ (obra de los genes, de la sustancia genética).
El ‘hombre’, la criatura, los somas, los fenotipos… se esfuman, desaparecen… con este conocimiento, con este saber, con esta oportuna revelación (en el último instante, en el instante más necesitado). Pero ‘allí donde está el peligro…’.
Este saber cierto nos viene en el período o fase más desquiciado de nuestro devenir, el periodo en el que nuestras actividades en este planeta (nuestro hogar) están acabando incluso con las condiciones de existencia de la misma vida (no está en peligro la especie o la civilización humana (como podemos leer incluso en manuales de ecología), sino toda vida). El comportamiento codicioso y aniquilador que lleva a cabo la vida cegada por la criatura ‘humana’, en nombre del ‘hombre’ y de ‘sus’ necesidades…
La vida alienada (en sus criaturas), hasta ahora. Esto ya no será posible. La era de las criaturas (de los organismos, de los fenotipos), el fenocentrismo, ha pasado; ahora vine la hora del ser de las formas vivas, de las criaturas todas, de los seres vivos todos. Viene la hora de la sustancia viviente única; de Nos.
Xenus/Nexus, los renacidos a la sustancia viviente única –las nuevas criaturas. Genousse & Genoussin, la nueva pareja.
Hemos llegado a nosotros mismos. Ahora viene el tiempo de la vida consciente de sí –un tiempo que nos estaba destinado.
*No el futuro del ‘hombre’, el futuro de la vida es lo que importa –nuestro futuro. Por lo demás, el ‘hombre’ carece ya de futuro.
Los hombres de hoy son los últimos hombres –las últimas generaciones antropocéntricas. Estas últimas generaciones coexisten con las primeras generaciones del periodo genocéntrico. Vivimos tiempos de transición.
Las nuevas criaturas se tienen a sí mismas, en primer lugar y ante todo, como sustancia genética. La criatura (el ‘hombre’, en nuestro caso), es trascendida, dejada atrás.
Las cuitas, las querellas, las polémicas humanas: étnicas, culturales, políticas, territoriales, económicas… Todo lo que nos retiene en el período antropocéntrico de nuestro devenir. La inercia lingüístico-cultural. Los hábitos milenarios marcan, condicionan, determinan nuestros actos, obligan… Los ‘mundos’ en los que vivimos, aún.
Los fantasmas, las sombras del pasado (antropocéntrico) aparecen una y otra vez. No acaban de desaparecer. La tenebrosa luz que ilumina nuestros actos. La recaída en las cosas humanas…
Librarnos, desprendernos, purgarnos de lo ‘humano’, es lo primero. Una purificación. Una renovación.
*‘Pleonexia’. La codicia insaciable de oro y de poder… El insaciable querer ser más y más… La ciega voluntad de poder.
La vida padece pleonexia –cierta vida. La vida prendida en lo humano; la vida alienada.
La vida se extraña de sí y vive por y para sus criaturas –sus somas, sus fenotipos… sus creaciones. Se ignora, no sabe de sí.
La vida liberada y centrada en sí, Xenus/Nexus. La vida renacida, purificada.
La fuerza del ‘hombre’; la fuerza del fetiche. El ‘hombre’ (los diversos ‘hombres’, los diversos ‘humanismos’, las diversas ‘humanidades’) retiene, confunde, ciega… desvía a la vida de sí.
La revelación de la sustancia genética es el principio del fin del período ‘humano’. Pero también inicia o inaugura un periodo insólito, inaudito, absolutamente novedoso en nuestro devenir. La sustancia genética sale a luz, habla por sí, de sí, y para sí. El desvelamiento de la vida. Lo que permanecía oculto viene a la luz, se nos hace patente. El ‘ser’ nuestro.
Esta experiencia cognitiva la hace posible el cariotipo específico humano –la  especie elegida. Este salir a la palabra, al lenguaje… a la luz.
Ahora nos apercibimos como sustancia genética, como sustancia viviente.
La unidad de la vida. La unidad sustancial. Es una y la misma vida. Comunidad sustancial de las mónadas, de las entidades vivientes. Es uno y el mismo ser –el tuyo y el mío. Es un ser compartido por todas las criaturas que pueblan el planeta. Es un ser común.
Ahora se abre el tiempo de la comunidad de los (entes, mónadas) vivientes. Y los miembros pertenecientes al cariotipo humano tienen un papel relevante en este nuevo período.
Podríamos decir que el cariotipo humano está animado por la vanguardia de la vida. La vida consciente de sí; que sabe de sí.
Estos momentos son momentos destinados. El periodo genocéntrico, el periodo del conocimiento de sí. Estaba por venir, por realizarse. La autognosis de la vida en el cariotipo humano.
*Te desprendes de tu ser simbólico arcaico, neolítico… antropocéntrico; de tu ser ‘humano’.
El nuevo ser simbólico es ya consciente de sí como vida, post-humano.
Vamos en pos de una post-humanidad. Vivimos tiempos de transición donde coexisten los viejos y los nuevos seres simbólicos; lo humano y lo post-humano. Lo antropocéntrico (lo fenocéntrico) y lo genocéntrico. La ignorancia y el conocimiento. Las tinieblas y la luz.
Vencerá la vida.
*
Hasta la próxima,
Manu

jueves, 17 de agosto de 2017

159) Genocentrismo XIII


Genocentrismo XIII.

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (17/08/17).

*

*Todo parece indicar que la naturaleza (la viviente y la no viviente) no conoce el reposo.
Pienso que nosotros debemos comenzar por la vida, por nosotros mismos –por nuestro principio. La materia viviente se distingue claramente de la materia no viviente: autonomía, auto-organización, autorregulación, auto-reproducción…
La vida aparece siempre cubierta, protegida, armada… Lo que advertimos son sus vehículos, sus armas, sus instrumentos… La vida construye y pilota su soma, su cuerpo…
La vida se provee de piernas, de manos, de sensores, de armaduras, de garras…; de medios de transporte, de defensa, de ataque… 
Los organismos son sus obras; son diseños de la sustancia viviente única. No hay otro creador, otro ingeniero (en lo que concierne a las formas vivas). La morfología, la fisiología… La particular manera de interaccionar los diversos organismos con el medio (biótico y abiótico). La potencia plástica de la sustancia viviente única; su imaginación creadora. Inagotable.
La óptica de la vida. Mirarlo todo en tanto que vida. En tanto que sujeto único. Todo, lo viviente y lo no viviente.
Sabemos que el planeta en el que vivimos es el resultado de la interacción entre lo viviente y lo no viviente. Es un ciclo a dos. Mutuamente se afectan y modifican.
La vida forma parte del cosmos, del universo-mundo. Es un cosmos que alberga vida, que da lugar a la vida. Las biomoléculas cósmicas.
No puedo pensar un cosmos sin vida; un cosmos puramente mecánico; un cosmos sin ojos, sin oídos, sin voz… Un cosmos para nadie –sin testigos.
La vida como tal no tiene un comportamiento uniforme e inambiguo. La vida como tal es contradictoria y antitética. Encontrarás de todo.
Un cosmos (un universo-mundo) único –¿para qué necesitamos los multiversos que pergeñan en su aburrimiento los físicos teóricos? Un sistema cerrado, pues, que ni pierde ni gana luz, materia, energía, impulsión… Un mundo opaco desde el exterior, indetectable –que no emite señal alguna (que nada deja escapar…). Un sistema completo, autocontenido. Un mundo único que es también vida, que vive. 
La materia viviente cósmica. Únicamente la sustancia viviente piensa, quiere, siente… Es el pensar y el querer del cosmos. Es el vivir del cosmos.
Nosotras, la vida, formamos parte del cosmos único; somos parte del cosmos.
*Antes decía: “los estados de ánimo del alma, son estados del cuerpo”. Ahora digo: “Los estados (de ánimo) del soma son los estados (de ánimo) del genouma”.
*De entre todos los seguidores y admiradores de Schopenhauer  (Freud incluido) fue Nietzsche el que más se separó de él. Lo superó; lo venció. La afirmación nietzscheana frente a la negación schopenhaueriana. Nietzsche fue sin duda el único que se enfrentó al nihilismo.
Hay nihilismo tanto en el psicoanálisis judío (Freud), como en el cristiano (Lacan). Psicoanálisis finalmente nihilista, judeocristiano.
*Ya no se trata de humanizar a las nuevas crías, sino de conducirlas al conocimiento de su esencia única, de su identidad genética.  
Más allá de lenguas, razas, y culturas. Más allá de identidades étnicas, culturales, nacionales… Más allá del ‘hombre’ en verdad.
Nosotros somos la vida. 
Nueva ‘paideia’. La formación, la ‘bildung’ de las nuevas crías,  tiene ahora el cometido de hacer de ellas seres conscientes de su ser único.
La conformación de una cultura genocéntrica, suprahistórica… eterna. Esto es lo que queda.
*¿Lo que vale para el hombre vale para la vida?  La reflexiones existenciales que los seres humanos se hacen, algunas, pueden ser tomadas por la vida como reflexiones hechas desde ella misma (desde la misma vida). Se pueden retomar las reflexiones menos antropomórficas y antropocéntricas del pasado neolítico; las que resulten válidas para la vida –como dichas por la misma vida.
La filosofía y la poesía… Hay textos filosóficos, poéticos, literarios… en los cuales el ‘hombre’ no se ha tenido demasiado en cuenta (su condición humana, el entorno histórico…), que trascienden su propia humanidad e historicidad. No se trata, en cualquier caso, de textos metafísicos.
La escritura más que humana. Cuando el hombre se lamenta por la brevedad de la vida, cuando experimenta el amor… Las pasiones, los afectos, los pensamientos… que más trasciendan la condición humana. Las experiencias vitales, esenciales, de la misma vida, las cuales el ‘hombre’, como vida, también experimenta.
*La vida que una mujer embarazada guarda en su seno no es ni su vida, ni su cuerpo. No le pertenece. No puede disponer de ella. Bien al contrario, se debe a ella. Tiene el deber de llevar a buen puerto su embarazo; tiene que dar a luz esa criatura. 
*Genocentrismo en Morin. Morin parte del término ‘genos’, que se relaciona con clan, familia, estirpe… El genocentrismo tendría que ver con los antepasados, con la parentela (presente o ausente), con la progenie… Fabelo Corzo (La Habana), parte de Morin, pero lo extiende a la especie.
Genocentrismo en Dawkins, Wilson… Se toma a los genes como las unidades mínimas de selección natural, y no al conjunto de genes que configuran el genoma o genotipo del individuo. Asimismo, se toma a los individuos como las unidades de selección, y no a las especies, y por consiguiente, también las especies con respecto al resto de las especies. Hay contradicción aquí, o son los genes individuales, o son los genes coordinados en genotipos determinados (individuos de cualquier especie), o son los cariotipos específicos (las especies)… Esta tesis es, en cualquier caso, ‘la guerra de todos contra todos’.
Para nosotros el término ‘genocentrismo’ no significa otra cosa que la centralidad de la vida. El genocentrismo se opone al fenocentrismo, que se centra en las criaturas, en los fenotipos. No hay sino una sustancia viviente, la sustancia genética. Es la sustancia genética la que mueve, pilota, dirige… su cuerpo, su soma. Es la única sustancia que piensa, siente, quiere… Nosotros, los que respondemos al cariotipo humano, no podemos ser sino sustancia genética.
El genocentrismo es un monismo biológico. No hay sino una sustancia viviente, y ésta es la sustancia genética. Los cuerpos (el plasma somático) desaparecen, el plasma germinal se sucede a sí mismo  mediante los diversos procedimientos de re-producción de sí. No el hombre, la criatura, se eterna (Dante), sino la sustancia genética, la sustancia viviente única.
No somos máquinas de supervivencia de los genes (la tesis de Dawkins), sino que somos los mismos genes. Nosotros somos los pilotos de nuestros somas.
Este genocentrismo deja a los cuerpos girar alrededor del sol de la vida, de la sustancia genética. Lo importante es la materia genética, nosotros mismos.
Esta centralidad nueva trastorna por completo la habitual perspectiva antropocéntrica (fenocéntrica) que sostenemos; la subvierte absolutamente. No se trata ya de la criatura (del fenotipo), sino del creador (el genotipo). La perspectiva genocéntrica.
*Aquí se distingue netamente entre la materia viviente y la materia no viviente. La materia viviente es la sustancia genética (las bases, los ácidos nucléicos conjuntados, coordinados… en sus respectivos organismos), la materia no viviente es la materia extensa, podríamos decir –la materia inerte. La materia viviente es también la materia pensante, volente… La materia viviente es el único sujeto en toda actividad biológica. No hay otro sujeto. No el fenotipo, sino el genotipo es el único que hace y dice ‘yo’.
Hay fenocentrismo cuando se dice que la conducta humana (o de cualquier otra especie) está determinada por los genes, o que tiene una base genética, puesto que son los mismos genes los que se conducen. No se conduce el hombre, o el gato… se conduce en todo momento la sustancia genética que les habita. La conducta es, en todo momento, la de la sustancia genética.
No es el ‘hombre’ el que se extraña en sus creaciones, es la sustancia viviente la que se extraña en sus criaturas (en el ‘hombre’, nuestro caso). El ‘fetiche’ es el ‘hombre’ o los ‘hombres’ que han pergeñado las diferentes civilizaciones y culturas.
El genotipo se ignora cono sustancia viviente única, todo lo atribuye al ‘hombre’, su creación. La sustancia genética se ignora a sí misma.
*La sustancia genética modifica el entorno, y se deja modificar por el entorno. Ésta es la evolución. En su devenir la sustancia genética llega a ser una y otra vez ‘otro’ y ‘otro’… (la multiplicación de los cariotipos –especies, genomas específicos).
Para levantar un cuerpo la sustancia genética tiene que interaccionar necesariamente con el medio físico-químico (temperatura, gravedad, presión atmosférica…). El entorno físico-químico es, de alguna manera, superado. La sustancia genética no sólo adapta su soma (su cápsula protectora, su vehículo…) al entorno, también lo supera, lo ‘vence’, lo domina.
Podemos hablar de conocimientos o saberes innatos en la medida en que es la misma sustancia la que se re-produce una y otra vez. Los nuevos genomas ‘nacen’ con experiencias, prácticas, y saberes adquiridos a través de millones y millones de años.
Materia viva, y materia inerte
No se trata de una relación de causa-efecto (de los niveles inferiores a los superiores), sino que la sustancia genética es la que en todo momento realiza la acción. La sustancia genética es el único sujeto. No causa o determina… no está detrás de tal acción o de tal ente, sino que está en la misma acción o en el mismo ente.
En lo que concierne a la vida (a los fenómenos biológicos) todo se ‘reduce’ a la sustancia genética, a la sustancia viviente única. Es el genoma (el genotipo de la criatura) el que en todo momento ‘va’ (se mueve, asimila nutrientes del entorno…).
La vida está supeditada a las ‘leyes’ físico-químicas, pero no se reduce a éstas.
Hay en la vida algo que es suyo propio.
*Podríamos decir que los genes son las palabras que usa la sustancia genética (los genotipos, los genomas). Son órdenes, mandatos, encargos… La sustancia genética se dice (se expresa) en sus propios ‘términos’. Términos, expresiones, textos… que extrae de sí.
La vida se desplaza del organismo al ADN –de la criatura al creador. “Los genes como los poseedores de la primacía causal del fenómeno vital…” (Morange… –en  Riera). En el genocentrismo la sustancia genética viene a ocupar el centro de los fenómenos vitales (biológicos). Y no sólo el centro. La sustancia genética no es la causa de cualquier fenómeno vital, es el único fenómeno vital –lo único vivo en la criatura (organismo).
La epigenética, el proceso que va del genotipo al fenotipo. La interacción con el entorno (factores ambientales…) y su influencia en la expresión fenotípica. Nadie puede negar esta influencia, pero la primacía de la sustancia genética en la cadena de los fenómenos biológicos sique siendo indiscutible.
En los estudios de biosemiótica se ignora el carácter colectivo, simbólico, de toda semiosis (de todo intercambio de señales). Y esto sucede en lo grande como en lo pequeño. El organismo (individual) no crea su propio ‘umwelt’, sino que lo hereda, y lo comparte.
El ‘lenguaje’ con el cual los seres vivos se interrelacionan con el entorno; cómo lo semiotizan, cómo lo codifican. En los organismos unicelulares (pro- o eucariotas) tales ‘lenguajes’, tales ‘representaciones’, tales ‘mundos’… se heredan. El código está inscrito en el propio ser genético.
En los metazoos se prosigue la semiosis físico-química a nivel atómico-molecular, pero se usan otros ‘canales’ como el oído o la vista…
Sabido es que la herencia lingüístico-cultural (en el caso de los colectivos humanos) no se hereda genéticamente. Cada generación ha de ser instruida al respecto. La memoria colectiva. Mecanismos de transmisión de la herencia lingüístico-cultural, del ‘mundo’ generado a través de las generaciones. Las nuevas generaciones vienen a ser en ‘mundos’ ya construidos.
El  ‘individuo’ carece de voz propia, por así decir. La especie o subespecie, habla en él. Y con respecto a los grupos o colectivos humanos, los respectivos individuos viven en el ‘mundo’ construido por sus antepasados –no tienen  ‘mundo’ propio.
Los ‘mundos’ son siempre colectivos –en lo grande como en lo pequeño.
*No se trata de llamar la atención de los ‘hombres’ acerca de su propia conducta, sino de llamar la atención de la vida, pues es la vida en el ‘hombre’, en el cariotipo humano, la que se comporta. Porque no es el ‘hombre’ (esa ficción cultural) sino la vida la que pone en peligro la vida; es la misma vida la que se pone en peligro a sí misma (sus propias condiciones de existencia); es la misma vida la que se desmadra, la que enloquece…
La vida llama al orden a la propia vida. La vida se dirige a sí misma, se reconviene, se censura… No se trata de que el ‘hombre’ sea interpelado por el ser. Es la vida, el ser viviente único, la que se interpela a sí misma.
El olvido del ser afecta a la propia vida, no al ‘hombre’ (a la criatura…). La vida que somos se ignora, ignora su propio ser. Algo la distrae de sí… El ‘hombre’, su criatura (una de sus criaturas), la aleja de sí misma –el pensamiento antropocéntrico, que gira alrededor del hombre… acerca de su ‘ser’, de su esencia, de su existencia…
No el hombre, sino la vida, en el cariotipo humano, se convierte en el pastor del ser.
*Arraigar, ¿dónde? Echar raíces en la misma vida. La vida arraiga en sí misma.
*El ‘hypokéimenon’ (Aristóteles), lo desde sí mismo sub-yacente, se convertirá al traducirlo al latín en ‘subjectum’. En cualquier caso, el/la/lo que sub-yace. Aplicado a la vida (a los fenómenos biológicos), el sujeto no es el fenotipo (cualquiera fuese éste), sino la vida. No las formas vivas, sino su ser. No el fenómeno, sino el genoúmeno.
*El antropocentrismo de Descartes (el hombre como sujeto único) es deudor del antropocentrismo del neolítico. Es un síntoma de éste. Es todo el neolítico el afectado –Sumer, Egipto, Judea, China, Persia, Grecia, Roma… La civilización técnica contemporánea es la flor de las ‘creaciones’ del neolítico. Requiere de los ‘mundos’ del neolítico. Encaja perfectamente en sus culturas, en sus religiones, en sus filosofías…
El lugar desde el cual se habla determina el decir… La perspectiva, el lugar desde el cual se mira. Porque la vida puede mirar desde el lugar del hombre. La perspectiva antropocéntrica desvía a la vida de su propia perspectiva.
Se trata de pensar desde la vida, y como vida.
Una labor a efectuar es la revisión de textos clásicos (del pasado antropocéntrico) y extraer todo aquello que pueda ser válido para las nuevas criaturas genocéntricas. En una palabra, qué enunciados antropocéntricos pueden ser a su vez enunciados genocéntricos. En poesía, en filosofía, en gnómica… Qué fue dicho o pensado por el hombre que puede a su vez ser dicho por la misma vida. Si la vida puede ser el sujeto de lo dicho o expresado por sabios, poetas, filósofos… del pasado antropocéntrico. Qué podemos salvar del pasado pre-genocéntrico en las diversas culturas y civilizaciones. Qué puede ser adoptado del pasado por las nuevas criaturas genocéntricas. Salvar lo que pueda ser salvado para la vida.
*Antropocentrismo-Neolítico-Nihilismo.
*La libertad de la vida, en el cariotipo humano, se fundamenta en la elección. Podemos elegir entre hacer o decir algo, y el no hacerlo o no decirlo. Libertad para elegir un camino u otro.
*Las diversas teorías holistas –auto…–, rivalizan con el genocentrismo. A pesar de que cuanto más sabemos al respecto, más protagonismo alcanzan los genes. Se quiere privar de protagonismo a los genes, a la sustancia genética, pese a todas las evidencias al contrario. ¿Por qué?
*Pensar la vida. No sólo conocer…
*La ciega, la torpe, la necia voluntad de poder.
*‘Yo’ era el objeto de mi búsqueda. A mí mismo me encontré. ‘Yo’, la sustancia genética, la sustancia viviente única, soy el único/la única que busca y encuentra.
*Un discurso no-humano que afecte a todos los miembros de la especie humana. Un discurso que despierte a la vida en nosotros. Un discurso genocéntrico. Que nos hable como vida (como sustancia viviente única), desde la vida, y dirigido a la vida (a la sustancia viviente única) que somos. Más allá del hombre. Un discurso anti-humano, por así decir; que viene a destruir al ‘hombre’, toda traza de antropocentrismo en nosotros. Una luz devastadora, purificadora.
La nueva cultura, el nuevo mundo genocéntrico, post-humano… por crear, por establecer. Se creará entre todos los pueblos, entre todos los grupos, conforme el genocentrismo se difunda. La conciencia (universal) genocéntrica. Cuando todos los humanos  sepan de su ser único; cuando se sepan, se piensen, y se hablen como sustancia viviente única.
Éste es el futuro que iniciamos. Una especie unida en su ser biosimbólico. Una especie que habla como vida; en la que habla la vida. La especie misma renacida, regenerada por la mirada, por la conciencia genocéntrica. Dejado atrás todo lo humano (razas, naciones, culturas…). Más allá de la especie. Un futuro trans-específico.
*El material lingüístico-cultural e histórico que alberga y conforma nuestro ser simbólico (mente, conciencia, espíritu… ‘yoes’). El ser simbólico es siempre relativo al ‘dónde’ y al ‘cuándo’, al momento y al lugar en los que viene a nacer.
El futuro genocéntrico traerá también seres simbólicos nuevos, post-humanos… La mirada de la vida, la perspectiva genocéntrica.
La esencia simbólica de los humanos será otra, y será universal. Y estará fundada en la unidad de la vida, de la sustancia viviente única. Los humanos del futuro vivirán en un mundo simbólico post-humano. Su mente, su conciencia… serán ahora genocéntricas –se tendrán a sí mismos como vida, como sustancia viviente única. Una conciencia trans-específica, un ‘yo’, ahora, ligado a la vida –un ‘sujeto’ que es ahora la vida.
*
Hasta la próxima,
Manu