Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 20 de abril de 2015

126) Sobre la honestidad en política

Sobre la honestidad en política.

Manu Rodríguez. Desde Europa (20/04/15).


*


*El actual ‘sistema’ político-económico dominante de plutócratas y oligarcas tuvo su origen tras la IGM con la Sociedad de Naciones, que fue su instrumento político y económico transnacional. Me refiero a las consignas ideológicas y culturales (democracia liberal, sociedades abiertas multiétnicas y multiculturales…) que legitimaban la explotación y el dominio de los pueblos.
Si el comunismo soviético hubiera sido un problema para la oligarquía internacional se le hubiera hecho la guerra. Pero no fue así. Se hizo la guerra contra el nacionalsocialismo, que fue claramente el único régimen político que ponía en serio peligro los planes de dominio mundial de los oligarcas del momento. Tras el frenazo de la IIGM la estrategia de dominio se recomenzó en la postguerra con la ONU (el nuevo instrumento transnacional y transcultural).
La actual crisis económica, cultural, política… es estructural. La globalización en curso (económica, política, jurídica, militar…) afecta a todos los pueblos y culturas del planeta. Se va en pos de una masa salarial desarraigada y apátrida. Los regímenes comunistas (internacionalistas) fueron y son los cómplices de la oligarquía internacional. A la masa salarial universal del futuro no se le dejan más opciones que los regímenes políticos demócrata-liberales, o los regímenes comunistas internacionalistas (de ‘izquierdas’), igualmente destructivos de sus identidades étnicas y culturales. El comunismo (el ‘marxismo’) no es otra cosa que un capitalismo de Estado.
Los movimientos indigenistas americanos que se oponen a la globalización podrían ser casi los únicos herederos ideológicos (espirituales) del nacionalismo étnico de Hitler. Sería bueno que los ancestrales europeos pudiéramos organizarnos en un “movimiento indigenista”. Una revuelta de los indígenas europeos contra la destrucción de sus patrias milenarias, esto es lo que necesitamos en Europa.
*Quien niega las razas, en la teoría y en la práctica, es el verdadero, el auténtico, el genuino racista.
*Lo que sigue es una muestra de la torpe, de la necia sabiduría que recibe aplausos en nuestros días. Quien habla es Monedero.
“¿Puede haber un nazi… honesto? Pues no. ¿Puede haber gente honesta que votó al partido nazi? Pues, claro. Pues, claro, ¿no?... Por eso digo que tenemos que hacer un trabajo muy importante de discusión para que la gente decente no vote ni al Partido Nazi ni al Partido Popular… Yo al Partido Popular sólo lo entiendo desde la criminología…
Esto era un ejemplo. No estoy comparando al Partido Popular con el Partido Nazi, que quede bien claro. No lo estoy comparando. Estamos en sede académica. Estamos analizando cosas…”
Hasta aquí este fragmento de la intervención de Monedero. El video puede verse por la red (préstese atención a los ridículos gestos que acompañaban las palabras de este ridículo personaje, y a su efecto sobre los asistentes).
Recuérdese también, a este tenor, esta pedante, e igualmente ridícula, apología de la mentira  en política que su compañero Iglesias ofreció en ‘La Tuerka’ hace dos o tres años, y que también circula por la red: “Los comunistas tienen la obligación de ganar (las elecciones),  un comunista que pierde es un mal comunista. Y Lenin no dijo en 1917 ‘comunismo’, dijo ‘paz y pan’…”, y lo que sigue. (Puede leerse un comentario a sus palabras en el artículo “Sobre las falsas iglesias y los falsos monederos”, que apareció en nuestro blog en noviembre del año pasado).
Tornemos a las palabras de Monedero. Aquí las falacias, los argumentos sofísticos, y los prejuicios condicionados se amontonan. Esto es, las mentiras; la ausencia de lógica, y de verdad.  No es fácil encontrar, en tan pocas palabras, tantos errores de pensamiento. ¿Errores? Es una de las más flagrantes perversiones de la palabra. Las considero intencionadas, y por ello mismo deshonestas e indecentes. Hay perversión y maldad en todas y cada una de las palabras de Monedero.
Los asistentes al coloquio no sólo pasaron por alto tal cúmulo de razonamientos falsos, aquellas palabras fueron tristemente acogidas con aprobación, con complicidad, con risas incluso (¡qué listo; qué ocurrente; qué mordaz!). No se reían, precisamente, de su estupidez, o de su pésimo razonamiento. Nadie puso en duda sus incongruentes premisas y conclusiones. Esta anécdota dice bien poco acerca del nivel intelectual y la probidad de los asistentes (de nuestros intelectuales, periodistas,  y políticos).
Cualquier buen estudiante de filosofía (de lógica) hubiera advertido las falacias al instante. La atribución de la deshonestidad al nazismo o a los nazis (esto es un lugar común, un prejuicio condicionado más en nuestra cultura de masas actual). El ‘partido popular’ y la criminología, teniendo como referencia la criminología y el ‘partido nazi’ (juicios de Núremberg), cómo no (otro prejuicio condicionado –que nadie se atreve a poner en cuestión). La imposible, la absurda comparación del ‘partido popular’ con el ‘partido nazi’, que desdibuja, intencionada o torpemente, el lugar ideológico e histórico de ambos… Por lo demás, ¿votar al partido (étnico, ‘indigenista’) nazi? Ojalá.
Este bajo nivel de razonamiento, esta tosca, burda manipulación de las palabras y los hechos sólo es posible en el mundo post-Núremberg que vivimos (en esta engañosa ‘Matrix’ que nos han construido). Ni la más mínima exigencia lógica; ni el menor respeto por la verdad histórica. Es el triunfo de la deshonestidad intelectual. Y esto sucede en ‘sede académica’ –allí donde se analizan ‘cosas’.
Es la banalidad de la mentira, de la injusticia, de la deshonestidad. Estamos ante un discurso puramente criminal. Y esto se hace desde la ‘izquierda’, y con la anuencia de todas las ‘cabezas’ democráticas. Es una vieja historia (desde la IIGM).
No es sólo cuestión de conocimiento o de ignorancia acerca del nazismo, por ejemplo; de su historia, de sus personajes, de su aceptación voluntaria y gozosa por las poblaciones germanas europeas (puede verse en los documentales de la época –que no aparecen en los medios de comunicación de masas); de los miles de voluntarios de toda Europa que colaboraron con aquella gesta sublime, y que tan trágico final tuvo.
Los ‘crímenes’ atribuidos al nazismo, pese a Núremberg, nunca han podido ser demostrados –porque nunca se cometieron. Es una farsa política e ideológica que tiene amplias y funestas consecuencias. Oculta los horribles crímenes de los ‘buenos’ (Bochaca) y hace posible el dominio ideológico, político, económico, jurídico… de la oligarquía internacional a escala planetaria (la famosa ‘globalización’ en curso desde fines de la IIGM). Esto es, con aquellos ‘juicios’ lograron eliminar los obstáculos morales y políticos (ideológicos) a su codicia de oro y de poder. No sólo se trata de las desastrosas consecuencias ecológicas y económicas que llevamos años padeciendo, estamos también ante el mayor desastre étnico y cultural desde las globalizaciones cristiana e islámica.
Tenemos, sin embargo, los crímenes, probados y documentados, de los ‘aliados’ (demócratas y comunistas) en la IIGM. No sólo durante la guerra, también en la postguerra. Fueron millones las víctimas, los mártires, los caídos... Fueron millones los ultrajados, los violados (hombres, mujeres, niños), los difamados. Afortunadamente tenemos historiadores honestos que nos relatan estos criminales sucesos –aunque  carezcan de publicidad en los medios de comunicación (en manos, como todo el mundo sabe o debería saber, del ‘sistema’).
Tenemos además la historia criminal del comunismo (y no sólo el soviético), igualmente probada y documentada, que los izquierdistas y filo-comunistas ocultan celosa y deliberadamente. Lo que viene a demostrar, una vez más, la probada deshonestidad de estos (ab initio). Pues éste ha sido el régimen político más criminal de la historia europea. Lenin, Trotsky, Kamenev, Sverdlov, Beria, Yagoda, Kaganovich, Stalin… fueron los más grandes criminales de nuestra historia. La mayor parte de estos personajes son judíos. Estos grandes criminales jamás fueron juzgados, ni por la justicia (aunque fuera ‘in absentia’), ni por la historia. Apenas nadie los ha condenado todavía, bien al contrario. Aún gozan de impunidad. Aún tenemos leninistas y trotskistas entre nuestros intelectuales y políticos. Se siguen escribiendo panegíricos de semejantes criminales. Sus biografías y sus textos, que estos intelectuales y políticos tienen como ejemplares, circulan y se estudian sin la menor objeción. Pero tales figuras y textos  son ejemplares o modelos únicamente para el asalto y el mantenimiento del poder (del ‘cielo’, como dicen algunos) mediante la violencia y el engaño. 
El régimen comunista, judeo-bolchevique, fue, durante decenios, la dictadura del ‘terror rojo’, concepto éste que aquellos mismos ‘revolucionarios’ (Lenin, el primero) acuñaron –llegaron incluso a tener una publicación periódica con ese mismo nombre: “Terror Rojo”. Impúdicos, y despreocupados, nunca disimularon sus criminales intenciones. Y esto es conocido y reconocido por todos los historiadores honestos. Conceptos como ‘asociación de malhechores’ o ‘banda criminal’, usados para calificar a los nazis en los juicios de Núremberg, han de ser usados para los protagonistas de la llamada revolución comunista en Rusia con tanta más propiedad y verdad. Una revolución que, por cierto, no fue rusa; se limitó a poner en manos de una minoría de judíos vastos territorios y riquezas, e ingentes cantidades de seres humanos. Fue su revolución, y su dictadura. Hay que decir que los pueblos que padecieron aquel ominoso período no lo denominaban ‘terror rojo’, sino ‘terror judío’.
Tomen nota de esto los lectores: los estudiosos e historiadores que investigan con honestidad y verdad estos temas (IGM, Revolución judeo-bolchevique, IIGM y postguerra…) están perseguidos, y sus libros están prohibidos en la mayoría de las naciones. Esto mismo que lees, querido lector, si llegara a conocimiento de las autoridades, desaparecería de la circulación.
La ‘izquierda’, los demócratas, los ‘políticamente correctos’, los anti-nazis… hace tiempo que vendieron su alma al diablo. Hace tiempo que estos necios, consciente o inconscientemente, forman parte de las fuerzas del ‘sistema’; de las fuerzas del ‘mal’.
*
Hasta la próxima,

Manu

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