Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 11 de abril de 2015

125) Cuestión de principios

Cuestión de principios.

Manu Rodríguez. Desde Europa (11/04/15).


*


*La sociedad en la que vivimos es demasiado alienante. Los señores del ‘sistema’ cuentan con poderosos medios de comunicación desde donde se insiste una y otra vez contra el nazismo. Una generación tras otra cae en sus manos.
Es recomendable la lectura de textos ‘nazis’ sobre economía, derecho, higiene racial… (Hitler, Goebbels, Schmitt, Darré, Ley y otros), además de textos históricos revisionistas que se pueden encontrar en la red (Faurisson, Walendy, Weber...). Lo importante es tener una idea histórica clara de los principales episodios de nuestra historia reciente (la primera mitad del siglo pasado –revolución judeo-soviética, así como la I y la II guerras mundiales). Situarse históricamente del lado correcto es lo primero –tener la adecuada perspectiva.
La finalidad de nuestra formación es la de convertirnos en “guerreros de la palabra”, o en “soldados políticos”, como se decía en las SA y SS.
La futura “nación arya” requiere gente informada, capaz de responder a cualquier interpelación y de desmontar las mentiras que sobre nosotros (los nacionalistas aryas europeos) difunde el ‘enemigo’. La imagen que tenemos que dar a nuestros connacionales es la de gente segura, informada, irreprochable… y arrebatadora.
Hay, por lo demás, que tener presente, tanto las circunstancias en las que nos encontramos, como con quien nos enfrentamos. Necesitamos juristas, economistas, historiadores… expertos en el periodo nazi, y capaces de plantear la posibilidad de la legalización del ‘nazismo’. Deben ser conocedores de los Juicios de Núremberg y dedicarles tiempo a la situación jurídica en la que se encuentra el ‘nazismo’. Deben ser capaces de dar la batalla jurídica, política e histórica  a las prohibiciones y a la imagen que constantemente se difunde en nuestros medios de comunicación y en todos sitios desde hace demasiado tiempo. En definitiva, capaces de enfrentarse jurídica y culturalmente al ‘sistema’.
La cuestión está en plantear un “segundo juicio de Núremberg” en el que los encausados serían los acusadores, jueces, y verdugos del primero (los ‘aliados’ y  otros ‘actores’ –los judíos). Se trata de entablar un juicio político, jurídico, e histórico a escala europea (si no mundial). Restaurar el nombre y el honor del periodo nazi es lo primero. Poner en evidencia las mentiras, las falacias, y el uso político que se está haciendo de la conceptualización que del nacionalismo étnico sale de los Juicios y que tan funestas consecuencias están teniendo para los pueblos blancos. En  un momento dado habrá que decir ¡basta! No podemos seguir ocultándonos y simulando nuestra condición, y nuestra fe.
Nosotros no debemos tener miedo a nada. Bien al contrario. No tenemos nada que ocultar ni que temer. Es preciso tener claro la justicia y la verdad de nuestras reclamaciones. Conciencia tranquila al respecto. Y orgullo de ser lo que somos.
El movimiento nazi tuvo muy claro desde el principio sus presupuestos políticos y culturales. Jamás se le ocultó a nadie cuáles eran sus intenciones y sus proyectos. La única táctica o estrategia fue en todo momento la verdad.
*
*Queridos amigos, ¿de qué se trata?
Se trata de poner en marcha un ‘movimiento identitario europeo’ que tiene como meta la ‘nación arya europea’. Con respecto al nazismo se trata simplemente de reconocer tal movimiento, tal periodo, tal historia. El reconocimiento y la afirmación del nazismo no se encuentran tan fácilmente en los movimientos nacionalistas europeos más o menos conocidos. La casi totalidad de estos grupos políticos reniegan del nazismo y en no pocas ocasiones se declaran pro-judíos (o pro Israel). Cuando se les preguntan sobre tales asuntos sus respuestas son invariablemente: ‘nosotros no somos nazis’, y ‘nosotros no somos anti-semitas’. Hablo de movimientos tan significativos como el del holandés G. Wilders, o el más reciente PEGIDA en Alemania, o incluso el de Marine Le Pen en Francia. Es obvio que no tienen el valor de reconocer tal herencia. Estas ‘negaciones’ les permiten seguir con  vida, pero es una vida cobarde, deshonrosa, indigna. No son de ningún modo vidas ejemplares.
Hoy no se trata de ser nazis en sentido estricto. Nuestras circunstancias son otras. Las estrategias han de ser otras. Yo insisto en el aspecto jurídico de la cuestión. No es tan sólo la sistemática prohibición y persecución. También está la constante propaganda de guerra, explícita o implícita, contra el nacionalismo étnico germano. Antes de ayer un documental (las cien maneras de matar a Hitler), hoy comienza una miniserie (Hitler, el reino del mal), un día sí y otro también en nuestros informativos se anuncian películas o noticias sobre el pseudo-holocausto o sobre temas nazis (en clave maligna), las series de televisión con alusiones negativas a Hitler o al nazismo pululan (son ya un lugar común). El aluvión de noticias negativas es excesivo y no cesa. Y es con esto con lo primero que hay que acabar.
Ciertamente hay que tener valor (por no usar una palabra algo más castiza) para, después de la imagen pública que de Hitler y del nazismo se ofrece constantemente en nuestros mass media, aparecer ante nuestros amigos y conocidos como heredero de estos. Entre el ridículo y el horror. Todos los registros son usados para hacer repelente la sola mención de estos nombres. Y esto, día tras día, constantemente. Con este método psicológico judeo-pauloviano se pretenden, y se consiguen, respuestas condicionadas de rechazo. Es la más perversa alienación de masas que ha conocido nuestra historia desde el proceso de cristianización de nuestros pueblos.
 Sin embargo, observad como apenas si tenemos noticia acerca del régimen político más criminal de nuestra historia reciente, el judeo-bolchevique. Incluso podemos ver a algunos de nuestros ‘intelectuales’ y políticos manifestar simpatías y alardear de comunistas o bolcheviques ante toda la opinión pública en nuestras mesas de debate televisivo sin el menor pudor, sin mala conciencia. Es el mundo al revés. Está claro que es debido al componente judío de estas ideologías el que resulten intocables. Son la prudencia cobarde, la venalidad, o la complicidad, sin duda, las que impiden que salgan a la luz pública los horrores, los abusos, y los crímenes  cometidos por los judíos durante su periodo de poder en la antigua URSS en el nombre del comunismo o de la dictadura del proletariado (aquí sí que hay verdaderos y documentados genocidios). No encontrarás sobre esto que digo ni documentales, ni mesas de debate, ni películas, ni novelas… ni noticia alguna en nuestros (sus) medios de comunicación. Silencio. Es una muestra más del poder judío en nuestras sociedades.
La criminalización del nazismo es la criminalización de todo movimiento nacionalista en Europa y en todo el Occidente blanco. Entiéndase esto. Recordad lo sucedido con ‘Aurora Dorada’.
Mientras no se limpie ese periodo histórico y se pongan las cosas en su lugar no tendremos ninguna salida. Todo intento está abocado al fracaso.
Esta legitimación de la que hablo es la primera batalla que se tiene que ganar.
Este reconocimiento y afirmación del nazismo funciona como una suerte de prueba o filtro. Hasta este punto es importante. Quien oculte, disimule, o reniegue del nazismo no es apto para formar parte de la nación arya. Es como renegar de los Padres, de los creadores de la primera nación arya; desconsiderar o minusvalorar sus logros, sus sacrificios, sus víctimas, sus mártires… ‘Negociar’ con esta memoria trágica.
Es una cuestión de principios. Nuestra deuda con el nazismo nos es negociable.
Durante cientos de años los europeos tuvimos (nuestros antepasados más fieles tuvieron) que soportar la visión que de las culturas pre-cristianas nos  (les) ofrecían los judeo-cristianos. Las leyes contra ‘paganos’ (contra cualquier retorno a las culturas ancestrales) funcionaron durante siglos. Corremos el riesgo de que suceda lo mismo con el nacionalismo étnico europeo (no sólo el nazismo estricto). Es la misma estrategia –la demonización y la criminalización de lo más nuestro.
Nos tienen bien cogidos, tanto en lo religioso/cultural, como en lo político. De continuar este estado de cosas acabarán completamente con nosotros. Y con nosotros no me refiero ahora a cualquier movimiento nacionalista, sino al conjunto de los pueblos y culturas blancas (aryas). No les queda mucho para culminar esta tenebrosa tarea.
La revolución nacionalista actual tiene un cometido más vasto que la del nacionalismo étnico germano. Queremos expulsar del cuerpo arya todo lo extranjero, que en su mayor parte tiene origen judío, sea en lo religioso/cultural, sea en lo político.
Son tanto las culturas pre-cristianas, como el primer nacionalismo arya los que marcan nuestras esenciales señas de identidad –las propias, las autóctonas. Recuperar el ser nuestro mancillado, pisoteado, proscrito… tanto por los judeo-cristianos, como por el sionismo actual forma parte esencial de nuestra labor.
Hoy día el ‘paganismo’ (algo que nunca existió; algo que podríamos definir como la vaga idea que algunos pobres diablos tienen acerca de nuestro pasado pre-cristiano) está incluso de moda, y resulta completamente inofensivo. Hoy es el nacionalismo étnico heredero del nazismo el que cumple el papel de oposición  contra los poderes dominantes que las culturas ancestrales (el mal llamado ‘paganismo’) tuvieron en los primeros siglos cristianos. Es la única ideología o concepción del mundo, el único movimiento religioso/político/cultural que puede derrotar al ‘sistema’. Si antaño fue lo autóctono (lo nacional, lo ‘nativo’) contra el universalismo judeo-cristiano, hoy es el nacionalismo étnico contra el internacionalismo político y económico (el globalismo) igualmente judío.
Así como en la antigüedad la acusación de ‘paganismo’ bastaba para la perdida de bienes, libertad, e incluso la propia vida, hoy día pasa más o menos lo mismo con la acusación de ‘nazismo’. Muchos revisionistas e historiadores críticos han padecido cárcel, cuantiosas multas, la pérdida de sus trabajos y modos de vida… han recibido palizas, y alguno que otro ha perdido la vida (el caso F. Duprat, en Francia, 1978)
Es preciso percatarse de la situación en la que encuentran hoy los pueblos blancos. Abocados al fracaso, a la extinción. El asunto es grave, muy grave.
Es necesario, es indispensable, es urgente recuperar la legitimidad y la honorabilidad del nazismo con objeto de que deje de servir de coartada, de chantaje, y de instrumento para eliminar todo intento de liberación nacional europea. (No podemos discutir el flujo migratorio hacia nuestras naciones, no podemos criticar al islam, no podemos decir nada acerca de los judíos y su inmenso poder (mediático, económico, cultural, político…) en nuestras naciones blancas…).
Hoy día a cualquier movimiento nacionalista europeo se le acusa de antisemita, de islamófobo, de fascista… Se le reduce simplemente al nazismo y al racismo, y esto es suficiente para ponerlo fuera de circulación.
Una vez limpiada la memoria del período nazi y reparado su honor se podrá actuar incluso jurídicamente contra todo aquel que mancille su nombre, su historia, y  su ejemplo (en medios de comunicación, literatura, cine…).
Es fundamental acabar de una vez por todas con la imagen demoníaca que los judíos ofrecen del nazismo desde sus poderosos medios de comunicación de masas (es la misma estrategia que los judeo-cristianos siguieron para acabar con las culturas autóctonas ancestrales desde sus iglesias y púlpitos).
Podemos seguir charlando todo lo que queramos, mientras no se resuelva el problema de la legitimidad del nacionalismo étnico seguiremos teniendo una existencia larvada, oculta, clandestina, subterránea… cautelosa, temerosa…  y lejos de la luz.
No sé si he podido dar una idea de la importancia que tiene este reconocimiento y afirmación del periodo nazi. Mientras no se limpie la memoria del nazismo seguirán usándolo para acabar con todo movimiento nacionalista.
¿Hay alguna estrategia de liberación más eficaz que la de tener claro cuál es la solución o la salida? Yo digo que hay que enfrentarse al sistema y al estado de cosas, que hay que coger el toro por los cuernos. Hay que poner en evidencia la falacia, la mixtificación a que está sometida nuestra historia reciente, y el uso político, cultural, moral… que se hace de ello. Esta mixtificación, esta mentira que viven nuestras sociedades, es el único instrumento de alienación y de poder que actualmente tiene el ‘sistema’ (el enemigo, la oligarquía financiera internacional, el sionismo…).
Pensadlo bien, pensad bien dónde os habéis metido. La lucha contra el ‘sistema’ desde el nacionalismo étnico es la vanguardia de la vanguardia. Es la primera línea de combate.
Hasta la próxima,

Manu

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