Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

120) Buen Yule a todos


Buen Yule a todos.

Manu Rodríguez. Desde Europa (24/12/14).

*

*El reino encantado. La pérdida y la recuperación del ser. La catarsis y la anamnesis. La fuente del  olvido y la fuente del recuerdo.
El doble camino, la bifurcación. La letra ‘y’ griega y la leyenda que la relaciona con Hércules. El camino que conduce al olvido y el camino que conduce al recuerdo. El camino ‘malo’ y el camino ‘bueno’. La decisión, la elección.
Lo ‘malo’ es lo malo para la nación arya, para los nacidos aryas, e igualmente lo ‘bueno’. Lo que nos viene ‘bien’, y lo que nos viene ‘mal’. Lo que nos fortalece, y lo que nos debilita. Lo que nos sana, y lo que nos enferma. Discriminar; discernir.
Cómo se vuelve a ser lo que se fue. Cómo se desencanta un  pueblo. A sí mismo se iluminan; a sí mismo se desencantan; a sí mismo se despiertan, se despabilan.
(Esto que voy diciendo vale tanto para los individuos, como para los pueblos.)
Voluntad de esclarecimiento, de verdad, de luz. Catarsis; purificación. El no querer, el no saber, el no probar. Se rechaza el agua del olvido. Se abandona el mal camino. Es el tiempo del anhelo de otra agua. Es el tiempo de encontrar los propios manantiales. Es el tiempo del ‘dónde’, y del ‘cómo’; del recuerdo, de la rememoración. Se va, al fin, por el buen camino –el que nos fortalece, el que nos sana, el que nos vivifica, el que nos ilumina.
Se acrisola el ser en este anhelo y en esta búsqueda; se templa, se cuece; se purga, se purifica. Poco a poco desaparece la espuma, la escoria. Inadvertidamente se des-oculta, se revela, emerge la realidad, la verdad, el ser.
El desvelamiento, el des-ocultamiento, la emergencia del ser. El momento sublime, el beso del recuerdo. El despertar, el volver a la vida; el volver a ser. La súbita anamnesis. La misteriosa iluminación. El momento misterioso. El baño de verdad y de luz. La alegría.
*¿Es posible una anamnesis colectiva? Un sentimiento colectivo de despertar; de estar de nuevo encaminado en el propio camino. De estar donde debe estar. De ser lo que debe ser. ¿Es posible un nuevo inicio colectivo semejante?
Hay razones para pensar que la Alemania nazi vivió esos momentos sublimes. Todos los germanos alemanes, o la inmensa mayoría. Fueron los años jubilosos. El ascenso hasta el clímax. El sexenio luminoso, esperanzador, vivo. De Enero del 33’, a Septiembre del 39’. Luego vino la noche, la caída, el anti-clímax. Hasta llegar a su punto más bajo. Fue el sexenio del dolor y de la muerte; el sexenio sombrío.
Con doce años apenas cumplidos cayó dormida la bella Aurora –el sol, la luz nuestra. Pero ya viene la hora de su despertar, de su volver en sí; de su volver a la vida.
(Los nacidos aryas se irán poco a poco despabilando –unos aquí, otros allá. Éste es el principio del despertar colectivo que ya viene, que ya se anuncia. Vienen los tiempos del ‘desencanto’.)
La experiencia de aquella primera nación arya (de aquella esperanza; de aquel futuro que nos fue arrancado de las manos) tiene aún mucho que decirnos a nosotros, sus herederos. Es, además, el nacimiento de nuestra nación –de la idea misma de ‘nación arya’. Este episodio requiere ser pública  y devotamente conmemorado.
Son los tiempos de Júl. En estos días festejamos a la gran familia de los pueblos aryas; el nacimiento mismo de nuestros pueblos –nuestro venir a la luz. Giramos alrededor de esa realidad que es el frondoso árbol arya. Festejamos el ser nuestro (la familia, el clan, la tribu, el pueblo… la nación de los nacidos aryas). Son tiempos dedicados a los presentes y a los ausentes; a los ancestros, y a los futuros. A todos los nuestros.
Celebremos también en estos días el nacimiento de nuestra nación. Incluyámoslo en el calendario sagrado arya –el que ha de venir; el que hemos de configurar.
Celebremos religiosamente, de hoy en adelante, el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de la nación arya; del sol invicto nuestro.
Buen Júl (Yule) a todos.
Manu

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