Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 15 de julio de 2011

67) Los últimos hombres

Los últimos hombres.

Manu Rodríguez. Desde Europa (02/07/11).


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*Éramos pocos y parió la burra; habló el burro medio catalán que es el Sr. Carod Rovira. Una vez más, y aprovechando los recientes acontecimientos violentos protagonizados por anti-sistemas en Cataluña, ha cargado contra los españoles. Ningún catalán de pura cepa hablaría así del resto de los españoles (o pueblos de la península ibérica, si se prefiere –incluyo a los portugueses). Ése es el lenguaje de un patán. Un patán de esos que hay en todas las tierras, en todos los lugares. Una vergüenza para los pueblos; antitipos vivientes de todos los finos, inteligentes, y cultivados. Algo despreciable, algo que produce asco. Con voz y voto en la cosa de todos, para desgracia nuestra. Alzado por unos pocos que se le asemejan a lugar sagrado.
Estos ‘nacionalistas’ y separatistas que no escatiman el voto favorable de un emigrante subsahariano o magrebí en sus referéndums independentistas; que se aúpan sobre cualquier cosa; que carecen de escrúpulos. Estos trepas nauseabundos.
¿Cómo, con esta gentuza, se va a poder construir jamás una Europa de los pueblos?
*Con el movimiento 15M la democracia universal ha encontrado a sus fundamentalistas. Podemos llamar a estos jóvenes ‘fundamentalistas democráticos’. Son los puritanos de siempre. Un sector de la población dice tener el sentido real de la democracia. Sólo ellos poseen la democracia real, la pura y verdadera. La otra democracia, la nuestra de todos los días, no es auténtica. Tenemos que ser más y mejores demócratas, esto es, demócratas a su manera. ¿No os suena esta canción; no es un ‘déjà-vu’ toda esta historia?
Ellos tienen la medida, ellos son la medida. Es otro lecho de Procrustes. Es una nueva homologación; otra más. Nuevo prototipo universal, nuevo ‘gran hermano’; otro más.
Desde Marruecos se solicita una democracia como la española; sí, como la nuestra, que os permite manifestaros, ocupar espacios públicos por tiempo indefinido, y jugar vuestro juego, en definitiva. No reclamáis nada que no tengáis, niños vanos e improductivos, vuestros padres y abuelos se encargaron de ello. En África y Asia se están jugando la vida. Ofendéis con vuestra actitud a esos pueblos.
*Mediante el ser simbólico la sustancia genética, la sustancia viviente única, ha logrado acceder a sí misma. No ha sido fácil el camino. Desde donde la memoria simbólica alcanza hasta nuestros días podemos seguir las incidencias del camino aquí y allá. Las diversas culturas, y los diversos ‘hombres’.
No es una nueva ética lo que necesitamos, sino toda una cultura, una mirada nueva; un mundo nuevo. Previa autognosis. No salimos del antropocentrismo (los ‘humanismos’ pululan), ni siguiera en las corrientes más próximas a nuestros días como el ecologismo y el post-modernismo.
Período neolítico, período antropocéntrico, fenocéntrico; lejos del sol, del centro, del genocentro. Lejos de nosotros mismos. Lejos de la verdad, de nuestra verdad.
No nos sabemos aún como sustancia viviente única. No somos aún el verdadero sujeto. El ‘hombre’ usurpa el lugar del centro; el fenotipo usurpa o ignora al genotipo, la criatura al creador. No hablamos aún como sustancia viviente única. No somos aún lo que somos.
En nosotros habla la vida, aunque sea confundida y alienada (en una de sus criaturas). No ha sido fácil el camino hacia nosotros mismos. La revelación del ser genético, de nuestro ser primordial y único. La pulsión de conocimiento y de verdad nos ha conducido aquí. Este saber y esta verdad nos transformarán; serán comunes y consustanciales, simbólicas. Habrá seres biosimbólicos nuevos, distintos, otros.
Ése es el futuro por venir, el nuevo período que inauguramos. Nos, las nuevas criaturas; las criaturas renovadas; los seres nuevos.
Hay ya visiones no humanas. El neo-evolucionismo, el materialismo histórico, la antropología estructural, la sociología, la etología humana o bio-sociología, la psicología social… Por lo que respecta a la vida y al cariotipo humano en particular, aplicables al ser y al devenir individual y social de los humanos. Son los caminos nuevos hacia la autognosis, y hacia el renacimiento. Nuestro ser simbólico y nuestro ser genético están descifrados. Hemos llegado al final de este camino. El período antropocéntrico ha terminado. El hombre ha desaparecido.
La perspectiva genocéntrica es la que ha de venir. Más allá de los planteamientos antropocéntricos del neolítico. Más allá del cariotipo humano. Esto es lo que inauguramos. El nuevo período que ya vivimos. Nos, la vida.
*Un amor lleno de silencio y complicidad. El amor nuevo. Es la vida quien ama; la sustancia viviente única. Se ama a sí misma.
Queda por vivir y por pensar este amor nuevo. Fragmentos, cifras genéticas sexuadas que se buscan. Ya no ciegamente. Ahora sabemos. Es natural que este saber nuevo transforme la vivencia del amor, de la pasión amorosa. Se requiere un nuevo lenguaje. Porque no habla ya el fenotipo, el hombre, o el mero ser simbólico, sino el ser viviente único, el ser que se sabe.
*El artículo de Sánchez Dragó sobre el 15M es de lo más lúcido que se haya dicho o escrito sobre el citado movimiento. Lúcido y brillante.
Adolece, con todo, de europeidad, con sus llamadas al budismo y al taoísmo. No ha encontrado en Europa, parece, formas de vida culturales (poéticas, científicas, filosóficas…) que le satisfagan. Prefiere el ámbito conceptual budista o taoísta (nirvana, reencarnación, vacío…) -indio y chino, respectivamente.
Prevalece en este autor, como en tantos otros, la perspectiva nihilista y antropocéntrica. Se ignora o no se tiene en cuenta la revelación del genoma, que pulveriza el hombre y el mundo tal y como los concibe el budismo, pongamos por caso. Los mundos del neolítico han perdido valor, significación, sentido; han quedado devaluados.
Al espejo en el que nos mirábamos se le fue el azogue. Nada cabalmente del pasado nos sirve. Nuestra perspectiva es otra. Nuestro camino es nuevo. Genocéntrico, biocéntrico.
Hay que empezar a producir desde ya metabolitos simbólicos, simbolemas; la atmósfera espiritual del futuro. Los seres nuevos se puede decir que carecemos de literatura, de filosofía, de cine, de música… Todo por hacer.
Vivimos la aurora de un nuevo período. Son tiempos inaugurales, primeros. Son también tiempos de transición. Lo viejo se desmorona lentamente, lo radicalmente nuevo es aún escaso. Tiempos mezclados, tiempos impuros. No acaba de amanecer del todo. Apenas destellos, apenas luz. Apenas nada que llevarnos a la boca. Apenas aire nuevo.
Seis mil años de neolítico histórico, seis mil años de escritura. Período medio, Edad media generalizada. Este séptimo milenio es el primero de una nueva era. En los dos últimos siglos están los Padres y las Madres; los creadores, los generadores de este nuevo período. Apenas empezamos.
Así como los protobiontes del pasado comenzaron a metabolizar oxígeno y a transformar la atmósfera del planeta. Éste es el papel de los futuros. El clima, la atmósfera adecuada a las nuevas criaturas por venir. El aire, el agua, la luz. Purificar, renovar, innovar. En la tierra y en el cielo.
La nueva mirada apenas se ejerce, no circulan suficientes simbolemas y culturemas nuevos. Necesitamos la nueva atmósfera, el nuevo alimento, la nueva luz.
Vivimos algo más que la postmodernidad, vivimos el post-neolítico. No es un breve período el que se cierra, son miles de años los que se dejan atrás. Ésta es la grandeza de nuestro tiempo. Sólo en los albores del neolítico se vivió algo semejante.
Nos ha venido este futuro. Es un nuevo espacio, un lugar nuevo. Desde donde ser, desde donde hablar. De otro modo nos percibimos, de otro modo nos concebimos.
Las nuevas prácticas y los nuevos saberes del hombre de principios del neolítico acabaron trasformando la visión que éste tenía acerca de sí mismo (una mirada paleolítica). Se hizo otro, mutó, cambió. Pecó de hibris, de soberbia, de arrogancia, la nueva criatura, sin embargo. Se creyó criatura especial, más allá incluso de la naturaleza, otra cosa que naturaleza. Con el neolítico comienza la desacralización de la naturaleza. Se explota sin piedad al resto de las formas vivas, se las manipula sin escrúpulos. El pecado del hombre del neolítico (sucedió en todas las civilizaciones y tradiciones culturales). El que aún hoy se comete. En nombre, precisamente, de aquel o aquellos ‘hombres’. El menosprecio del resto de la naturaleza, que está poco menos que a su servicio. Es ese ‘hombre’ el que sigue actuando y protagonizando en nuestra sociedades ‘avanzadas’.
En tanto perduren y dominen los mundos y los hombres del neolítico, perdurarán los males que padecemos en la naturaleza y en la cultura; en la tierra y en el cielo.
El segundo período (neolítico, civilizaciones) contiene además elementos autodestructivos y antisociales, como el individualismo y las religiones de salvación ‘personal’. La indiferencia hacia el otro, el ‘sálvese quien pueda’ –en la tierra o en el cielo.
En otro orden de cosas, nuestras sociedades avanzadas son típicamente decadentes. Se solazan en el cieno, en la podredumbre, en la canalla; se encanallan. Gustan de lo zafio, de lo soez, de lo vulgar. Se ensalza al ladrón, al timador, al mentiroso, al trepa -son nuestros héroes en los relatos, películas, o series de ficción. Nuestras comedias televisivas están repletas de personajes y comportamientos detestables, y nuestras calles. Es la bajeza, el punto más bajo en el que puede caer una sociedad. El envilecimiento colectivo. Es la memoria que vais a dejar de vosotros. Los últimos hombres. Vuestro imaginario colectivo y vuestra vida cotidiana. Mientras agoniza el neolítico y nace un mundo nuevo.
No son estas generaciones aptas para el nuevo período, ni dignas de él.
A los futuros espero.
*
Hasta la próxima,
Manu