Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 28 de agosto de 2010

45) Más sobre el islam y la construcción de una mezquita en la Zona Cero

Más sobre el islam y la construcción de una mezquita en la Zona Cero. (Para ‘Daniel Pipes.org’).

Manu Rodríguez. Desde Europa (25/08/10).


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*Me temo que también en U.S.A. se han perdido la lucidez, el coraje, y la dignidad; no sólo en Europa. Parece que la imbecilidad, la debilidad, y la cobardía se han asentado en las tierras del mundo libre; y no sólo los musulmanes. Quizás una cosa responda a la otra.
No sé a qué esperamos para enfrentarnos decidida y valientemente a este absurdo y tenebroso enemigo de nuestro modo de vida que es el islam; para expulsar de nuestras tierras tanto a los musulmanes (como personas ‘non grata’) como al propio islam (Corán, Charia, y demás), al cual podríamos prohibir, con nuestras leyes en la mano, como hacemos con el nazismo.
Dadas las circunstancias actuales (nuestros conflictos en varios puntos del planeta con países musulmanes) se les debe negar a los musulmanes residentes en nuestras tierras, y tanto a los autóctonos conversos como a los alóctonos ya nacionalizados, el acceso al ejército, a los cuerpos de seguridad, y al resto de las instituciones civiles.
Es importante impedir que el proselitismo musulmán prosiga su labor en nuestras tierras. Este proselitismo priva a los pueblos de los suyos, entiéndase esto. Un converso al islam es un ciudadano perdido para su propio país, su propia sangre, y su propia gente, pues desde el momento mismo de su conversión se debe a la fe recién adquirida; ya tiene nueva patria, nueva familia, y nuevos conciudadanos (la nación islámica y los hermanos musulmanes). Estamos hablando de traición, de sedición; y de instigación a las mismas.
Deberíamos prestar atención a esas voces claras y veraces que proceden del ámbito islámico, como Ibn Warraq o Wafa Sultan, y que nos avisan sin desmayo sobre el peligroso islam. Ésta última nos proporcionó recientemente datos que proceden del Centro de Estudios del Islam Político (www.politicalislam.com) donde podemos encontrar las cifras de los mártires de las distintas confesiones no islámicas asesinados, desde la aparición del islam hace mil cuatrocientos años, por los musulmanes y en nombre de su siniestra fe (270 millones de ‘paganos’, 60 millones de cristianos, 80 millones de hindúes, alrededor de 10 millones de budistas, y unos 120 millones de ‘animistas’ africanos esclavizados). Este criminal acoso a las otras confesiones y culturas se mantiene aún hoy en el área de dominio del islam (países islamizados, o ‘sometidos’). En esta macabra lista no se menciona a los mártires judíos, ni a los miles o millones de musulmanes (se trata de la discordia milenaria y también criminal entre sectas musulmanas que se prolonga hasta el momento presente; y de esto somos testigos todos los habitantes del planeta, y todos los días, a través de nuestros informativos).
*En cuanto a las interrogaciones (ya tópicas y rancias, y nada inteligentes) hechas por el Imán Feisal Abdul Rauf (el promotor del dia-bólico proyecto de la mezquita en la Zona Cero) en una reciente entrevista (¿Por qué un suicida palestino que mata a inocentes es llamado ‘terrorista’ y si EEUU o sus aliados bombardean por error un edificio en el que mueren civiles se le denomina ‘daño colateral’?), hay que decirle que él mismo se responde en cuanto distingue conceptualmente entre la intencionalidad (de matar inocentes) y la no-intencionalidad (el accidente, el error; aunque también la información malintencionadamente falsa).
Añado que también se le podría preguntar que cómo prefiere que denominemos a las actos violentos cometidos por los musulmanes en las tierras del mundo libre y en nombre del islam, ¿actos de terrorismo, actos de guerra, o daños colaterales?
Con lo de ‘actos violentos’ me refiero a la intimidación de la población civil y la violencia callejera (estrategias seguidas últimamente en Europa, donde la población musulmana extranjera supera ya la muy preocupante cifra de treinta millones –y hablo sólo de los legales), así como a los sanguinarios atentados (estos a nivel internacional y, en la mayoría de los casos, sobre objetivos claramente civiles).
Otra ‘perla’ del Imán Rauf es la siguiente: “Siete siglos antes de la Declaración de Independencia fue escrita la Ley Charia, que estaba destinada a proteger la vida, la religión, la propiedad, la familia y el bienestar mental. Ésta es la razón por la que afirman (¿quién?) que Estados Unidos es de hecho un Estado conforme a la Charia”. Éstas son las barbaridades que escuchan, y luego repiten, los musulmanes. Es el arte de confundir, de tergiversar.
Ruego, por favor, a los historiadores, politólogos, y filósofos (de la historia, del derecho, del lenguaje…) estadounidenses que desenreden este burdo sofisma más propio de un ignorante o de un mentiroso que de alguien amante del bien y de la verdad. Es deber de la ‘inteligencia’ de los países libres velar, justamente, por sus tradiciones (políticas, jurídicas… culturales en amplio sentido), así como el proteger a sus pueblos de semejantes trampas conceptuales; también el desenmascarar y callarles la boca de una vez a estos ominosos e insidiosos predicadores de la servidumbre, de la violencia, de la mentira, y de la muerte. Pido a los intelectuales del mundo libre que tomen partido en esta guerra fría (verbal, conceptual), y que tomen partido por la verdad (histórica, o filosófica); que no abandonen, por favor, a sus respectivos pueblos en estos graves momentos de confusión espiritual.
La Charia es un texto legal terrorífico que choca contra nuestra sensibilidad y nuestras tradiciones legales todas. Está en las antípodas de la Declaración de Independencia estadounidense, o de la Declaración sobre Derechos Humanos francesa, algo posterior, que son las fuentes políticas, jurídicas, y filosóficas de las democracias contemporáneas en el mundo libre.
*Para terminar. Yo esperaba que, con relación a la futura mezquita en la Zona Cero, fueran millones los estadounidenses que se lanzaran a la calle para impedir tan monstruoso proyecto. Pero, a juzgar por lo que hemos podido ver, apenas si han sido unos pocos cientos los que se han manifestado en contra (miembros de la estimable SIOA y ciudadanos directamente afectados por el atentado del 9/11). Y esto sucede en la moderna patria de la democracia y de la libertad.
Esta débil respuesta popular (que implica también indiferencia y/o falta de solidaridad) hace pensar en nuestra efectiva decadencia; en la decadencia de todo el mundo libre. Malbaratamos la hacienda; nuestro actual status económico, político, social, cultural… que costó a nuestros inmediatos antepasados sangre, sudor, y lágrimas. Vergüenza, vergüenza, vergüenza.
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Hasta la próxima. Saludos,
Manu

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