Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 16 de agosto de 2010

42) El gran rechazo

El gran rechazo. Para Christine Tasin (‘Riposte laïque’).

Manu Rodríguez. Desde Europa (14-15/08/10).


*


*Estimada Christine Tasin, gracias por la recepción de mi correo y de mi blog. Sólo una precisión, no hablo de expulsar a todos los extranjeros de Europa, sino sólo a los musulmanes. Los musulmanes no se integrarán jamás en otra cultura. Bien al contrario, la desintegrarán (o lo intentarán). El islam es una ‘cultura’ antagónica de toda otra. (Como por otro lado lo es el cristianismo, que acabó, en su momento, con todas nuestras culturas autóctonas). Esto es, pura y simplemente, historia. Estas ideologías, universalistas y totalitarias, no tienen otra finalidad que la de imponerse como únicas allí donde se asientan. Por las buenas, o por las malas.
No cabe duda de que ésta será la próxima guerra en Europa; la guerra contra la población musulmana extranjera residente en nuestras tierras y en nuestras ciudades. Para el islam esta guerra ya es. Padecemos desde hace años su tercera oleada. La estrategia actual (en Europa y en todo el mundo libre) es la ofensiva pacífica (valga el oxímoron) enmascarada con la masiva emigración. Esta ‘quinta columna’ que aumenta cada día nos dará la sorpresa dentro de algunos años.
Si no se toman medidas drásticas contra el islam, desde ya, destruirán nuestra cultura. Nos destruirán. Acabarán con nosotros. Ése será nuestro futuro; un futuro perfecto. Habremos sido. ¿Qué piensa que dirán nuestros descendientes de nosotros, las actuales generaciones?
Leer noticias acerca de los progresos del islam en nuestra Europa es desalentador. Y nuestros gobernantes, así como nuestra clase política europea, están demostrando ser incompetentes, débiles, y cobardes. Pues son ellos los que, tras los últimos decenios, han colocado a Europa al borde de su ruina, de su caída, de su extinción. Me refiero a la Europa europea, la de nuestros antepasados milenarios; la que las generaciones presentes hemos heredado.
De momento la excesiva población musulmana, asiática y africana, está desnaturalizando, desvirtuando nuestros pueblos y ciudades, y nuestras tierras todas. Ya no me reconozco en ellas. Europa ya no es Europa. El paso del ‘jus sanguinis’ al ‘jus solis’, la concesión de la nacionalidad (y el voto), los reagrupamientos familiares, la posibilidad de adquirir tierras y propiedades… En fin, los errores son demasiados y nuestra situación no puede ser más preocupante. Y lo peor está por venir.
También observo falta de solidaridad entre las naciones y pueblos europeos. No nos hacemos eco de lo que pasa en Europa sino sólo en nuestro país (con relación a los problemas que cada cual tiene con la población musulmana extranjera, siempre extranjera). No hay conciencia europea, no nos duele Europa. Hay, sí, franceses, e ingleses, y españoles, y holandeses… Pero no hay europeos, aún.
Los musulmanes, ellos mismos, no nos dejarán otra salida que su expulsión. Será o ellos, o nosotros. No debemos olvidar que la escisión de la población del planeta en dos mitades antagónicas es el mismo islam el que la establece. Eso sí que es un pensamiento ‘esquizo’.
*Estimada Christine, no me esperaba su respuesta, que vuelvo a agradecerle. Yo comprendo que lo de la expulsión suena muy fuerte, aunque nosotros, en España, ya tuvimos esta experiencia una vez terminada la Reconquista (siglos XVI y XVII); no nos quedó otro remedio. A situaciones extremas, soluciones extremas.
Las medidas que proponéis siguen siendo débiles. De ninguna manera van a la raíz del asunto. Son soluciones formales o superficiales, podríamos decir.
Aunque los musulmanes abandonaran los aspectos de la charia que chocan contra nuestra sensibilidad y nuestras constituciones democráticas, no lo harían sino de una manera circunstancial, táctica, por así decir; en espera de tiempos mejores. Entretanto la población musulmana extranjera seguirá aumentando, cada día, en toda Europa. ¿Qué sucederá dentro de cincuenta años? Me temo que seremos nosotros (nuestros descendientes) los que tendremos que adaptar nuestras constituciones democráticas, si sobreviven, a la charia. Todas nuestras formas de vida (políticas, jurídicas, sanitarias, estéticas, culinarias…) desaparecerán.
En cuanto a los reticentes en abandonar estos aspectos contrarios a nuestras leyes y constituciones podrán ir, sí, a las zonas ‘fieramente’ islamizadas (sometidas), pero lo harán en nuestra propia Europa; en la Europa ya perdida (las ‘no-go areas’).
Una anécdota reciente. En una escuela alemana, en una clase con veinte alumnos adolescentes donde sólo cuatro eran alemanes, los alumnos extranjeros (todos musulmanes, la mayoría turcos) se niegan a hablar alemán; cuando el profesor les llama la atención al respecto estos les responden que por qué no empieza él a aprender turco, dado que en cincuenta años, o menos, todos los comedores de cerdo alemanes lo hablarán.
Tenemos pruebas cotidianas del talante violento, arrogante, e insidioso de esta población en nuestra Europa. Cuanto más numerosa, más segura de sí, y más arrogante. Temo por los pequeños países con escasa población (Bélgica, Holanda, Países escandinavos…). Por vía democrática podrían pasar, en el futuro, a manos de musulmanes extranjeros. Así fue como Hitler accedió al poder. No habrá nada más absurdo en la historia de la humanidad, los europeos autóctonos perderemos Europa democráticamente.
Estamos ante un fascismo tanto más siniestro que el hitleriano o el estaliniano; o el cristiano en su período de dominio (el horrible milenio cristiano, con su inquisición, su quema de brujas, y todo lo demás). Y, además, extraño a nuestra naturaleza, a nuestra sensibilidad, y a nuestra voluntad (desde el siglo ilustrado y la Revolución francesa, precisamente). Cabe incluso la posibilidad de prohibir el islam mismo (Corán, charia y demás), como ideología totalitaria. Desde nuestras propias leyes.

Adenda:

*Llevamos años presenciando el progreso de la población extranjera musulmana residente en nuestra amada Europa. Cada día consiguen más y más espacio (en la tierra y en el cielo). También con los países musulmanes limítrofes (norte de África, Turquía…) tenemos enfrentamientos y problemas, y no cesan sus exigencias y demandas.
La prudencia que nuestros gobernantes reclaman ante cualquier conflicto con los musulmanes, dentro y fuera de Europa, no revela más que la cobardía, la confusión, y la debilidad de nuestra despreciable clase política. No hay nada peor; ya sabemos cómo se comportan los perros cuando huelen el miedo. Atacan sin dilación.
Tampoco hay solidaridad entre las naciones europeas. No preocupa a los franceses o a los ingleses lo que suceda en España, por ejemplo. Se podría decir que ya tienen bastante con lo suyo. Pero mientras no exista esta solidaridad que digo estaremos perdidos; sólo el islam avanza y progresa.
Esto viene a cuento no sólo por la reacción y las palabras de nuestros políticos (Chávez) ante los recientes acontecimientos en Melilla, ciudad autónoma española (y europea) del norte de África (junto con Ceuta y otros pequeños territorios), sino también por el silencio del resto de los gobiernos europeos al respecto, así como de Bruselas.
*El gran rechazo está por venir. En caso contrario lo que viene es una gran calamidad para la humanidad. Un desastre sin precedentes. Algo terrible. Para los individuos, para los pueblos, y para las culturas. Para todos. Todo el planeta será sumido en la violencia, en el horror, en la miseria, y en la muerte (como ya lo está el área islamizada). No se le puede dar ninguna oportunidad al islam.
*
Hasta la próxima,
Manu

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