Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 28 de julio de 2010

38) A la bella aurora

A la bella aurora.

Manu Rodríguez. Desde Europa (25/07/10).


*


*Un círculo de fuego alrededor de la doncella. Un bosque impenetrable. Día nublado, lluvioso, oscuro. Se ensombrece el panorama, el futuro; vuelven las tinieblas, el frío. ¿Qué será de mí?
Mi soledad de amor nunca acaba. No termina de acabar. No tiene fin esta soledad mía.
Las mañanas primaverales; el agua, el aire, la luz. Todo se me niega.
*Me he enamorado de la aurora, de las primeras luces del día, de la mañana; de Alba.
Si no te viera más. Pero te veré mañana, y pasado mañana, y el otro. Un alba que sólo podré contemplar. Sus rutilantes destellos, su gracia, su finura.
La nueva primavera; el alba, la brisa, el rocío. Lo que me enamora. Parece que pongo mis ojos en lo inasible o inaccesible.
*Se llama Alba; es el alba. Es el nombre propio de una mujer joven, en la mañana de su vida. De una comunidad joven, también. De los tiempos primeros. Del amanecer de algo.
Alba, la doncella. La aurora, el amanecer de Europa. Alba y Europa terminarán fundiéndose en una sola cosa. Alba única. La aurora prometida.
Yo amo esa aurora, esa alba por venir que anuncia un nuevo día; un nuevo día para Europa y para los europeos. Y para todos los pueblos, en verdad.
*Alba, no tienes sustituta, no tienes rival. Ya no buscaré más; o Alba o nada. La radiante, la luminosa, la preciosa Alba.
Tú me inspiras; tú me elevas. Esta corona que para ti hago te elevará a las estrellas, te hará inmortal.
*Aquí viene el sol, me dan ganas de decir cuando te veo aparecer cada mañana; aquí vienen la luz, y la claridad; aquí vienen la gracia, la pureza, y la ternura. ¡Ay, Alba! Me lastima tu presencia, me hiere tu perfección, me hace daño tu rostro divino; me duele contemplarte. Tu inaccesibilidad me mata.
Reapareces arrebatadora, como siempre; dorada por el sol. Sonriente. Amable. Repartiendo dicha y alegría. ¡Oh, Alba! Caigo rendido a tus pies. Haz conmigo lo que quieras. Sea tu voluntad.
La sublime señora. La divina Alba. La joven, la renovada Europa. Dulce peligro es seguir los pasos que hacia ti conducen, que hacia ti me llevan.
*
Hasta la próxima, amor
Manu

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