Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 23 de julio de 2010

37) Caminos de perfección

Caminos de perfección.

Manu Rodríguez. Desde Europa (23/07/10).


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*¿Por qué un gimnasio mixto como contrapunto al horror musulmán en los momentos presentes? Ciertamente, hubiera valido lo mismo una escuela de música, o de danza, o de bellas artes, o de artes escénicas. Son instituciones, en principio, europeas. Y tantas más. Y no sólo plásticas, o creativas, o deportivas; también culinarias, arquitectónicas, sanitarias, jurídicas… E incluso nuestros juegos y modos de diversión (pienso en una jornada en la playa). Cada una de estas instituciones y costumbres lleva el sello de nuestro ser; de nuestro ser europeo. Son las condiciones espirituales de existencia de un pueblo. Lo que exige, lo que crea a su alrededor; el entorno simbólico que genera. Digno y decoroso. A su medida, y a su gusto.
En estas manifestaciones culturales nos realizamos, nos cumplimos, llegamos a ser lo que somos; en cada una de ellas buscamos, y aspiramos a la perfección. Son caminos o vías de perfección. Para el músico, para el filósofo, para el cocinero, para el constructor, para el gimnasta… No necesitan, pues, otros caminos. Aquel que realizan lo contiene todo: las figuras mayores, los hitos, los creadores… la ética, la moral de superación, la pureza anhelada. Los logros, las derrotas. Toda la enseñanza que requiere para su formación la encuentra en el camino elegido. Cómo vivir, y cómo morir.
Los caminos se trenzan armoniosamente en la deriva social. Entre todos componen el aspecto, la imagen de una cultura, de un pueblo; su faz, su aroma, su atmósfera.
*Detrás de nuestras instituciones culturales y de nuestra libertad actual, las del momento presente, hay mucha sangre, mucho dolor, muchas lágrimas. No nos fueron regaladas. Nuestros antepasados inmediatos construyeron y conquistaron este mundo y esta libertad para nosotros, para los venideros. Es responsabilidad nuestra, la de las generaciones presentes, el defender y el preservar ese legado y el de legarlo enriquecido, si es posible, a nuestros herederos.
Todo esto digo para que el europeo aprecie y valore su cultura, su tierra, y su libertad. Descuidando o menospreciando las condiciones en las que hoy vivimos, menospreciamos también la inmensa labor de nuestros padres, abuelos y más allá. Nuestro mundo fue su sueño y su logro.
No debemos dudarlo, nuestra cultura es lo primero. Por múltiples razones. Si perdemos nuestra cultura perdemos nuestra libertad, y nuestro ser; nuestro ser europeo. Y es un ser ancestral.
Sitúate, europeo. Aquí y ahora, sin perder de vista lo pasado. Proyéctate en el futuro, piensa en el futuro. ¿Qué clase de futuro quieres para ti, para tus hijos, y para los hijos de tus hijos?
*Ayer, en la playa, diez o doce chicas adolescentes se pusieron cerca de donde yo me encontraba. El novio de una de ellas era el único varón en el grupo. Iban en bikini y ninguna se quitó la parte de arriba. Había tanta alegría, tantas risas, tanta gracia, tanta belleza, tanta libertad… Una escena europea. Así vivimos, y así queremos que sigan viviendo nuestros hijos y nuestros herederos.
*El amor al camino es esencial. Sin amor no hay ni criatura, ni creador. Como nos advirtió Dante. Son los amantes los que llevan más allá los diversos caminos. Los religados, los comprometidos. Los fieles, los devotos, los enamorados.
En todo camino se requiere sinceridad, y honestidad, y dedicación, y entrega; incluso fervor. Es una vida en la verdad. Sólo este no perder de vista la autenticidad puede dar frutos, y frutos nuevos.
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Hasta la próxima,
Manu

1 comentario:

  1. Eres un fiera me encanta todo lo que escribes! A ver si en 2011 nos regalas más dosis de conciencia de nuestra tierra, que es lo que más necesitamos hoy en día! Un abrazo, y todos unidos contra la yihad!

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