Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 17 de junio de 2010

32) Algo retiene a la aurora

Algo retiene a la aurora.

Manu Rodríguez. Desde Europa (15/06/10).


*


*La estrategia a largo plazo del islam. Corromper el mundo, infiltrarse hasta en los últimos rincones del planeta. Desvirtuar, desnaturalizar, desintegrar pueblos y naciones. Destruir las relaciones milenarias que los pueblos han mantenido con su tierra; la tierra trabajada y regada con la sangre de los antepasados. Hacer esa tierra irreconocible para los propios autóctonos mediante el flujo masivo de población alóctona.
*Jamás se podrá formar sociedad con los musulmanes. El islam siempre estará en pugna con cualquier otra cultura o ideología. Nunca se integrarán. Bien al contrario. Así como tampoco los cristianos se integraron en el mundo romano, o en el egipcio, o en el persa. Ellos mismos se segregan del resto de la comunidad. Se separan, se apartan. Comienza el ‘nosotros y ellos’. Escinden a la población. Introducen la guerra en el seno de los pueblos; la discordia, el enfrentamiento, la dualidad irreconciliable. Allí dónde aparecen, son el principio del fin; unos y otros. El cristianismo, y el posterior islam, acabaron con las culturas clásicas del pasado. Egipto, Persia, la cultura greco-latina…
Son viejos fantasmas que vuelven a circular por Europa, por el mundo. Monstruos del pasado. Los pueblos vuelven a estar amenazados en su ser. ¿Qué van a hacer al respecto; qué harán?
La predicación, el apostolado, el proselitismo de estas creencias universalistas deberían ser considerados (jurídicamente, legalmente) como instigadores de la traición y de la sedición. Las conversiones privan a los pueblos de los suyos. La fe recién adquirida pasa a ser lo primero. El converso se debe a la nueva fe, y no a su gente, a su pueblo, o a su nación. La creencia es ahora la patria del converso, y la comunidad de los creyentes (ecclesia o umma) sus compatriotas. ¿Qué hará si se le ordena luchar contra otros de su misma fe? Los creyentes anteponen su creencia o su fe a su patria o nación; son un peligro en cualquier ejército. Recuérdese a los soldados cristianos en los ejércitos de Roma.
Recuérdese, aquí y ahora, a los soldados musulmanes (extranjeros) en los ejércitos europeos o estadounidenses, y los ‘casus belli’ que tiene abierto el mundo libre con algunas de las naciones islámicas. Ya tenemos casos de rebeldía. El islam (la umma) es, en último término, la única patria de los musulmanes. Ante cualquier dilema, estos terminarán decidiéndose por los ‘suyos’. Los musulmanes están, pues, contraindicados en los ejércitos del mundo libre, dado el conflicto (múltiple) cada vez más patente que se sostiene entre éste y el islam. Este conflicto se agudizará, se resolverá en enfrentamiento abierto, en guerra. Es lo próximo.
Los críticos del islam que proceden de las tierras islamizadas (Ibn Warraq, Wafa Sultan…) están más preocupados por nuestro futuro que nosotros mismos. Pues no ven que reaccionemos. El mundo libre es la esperanza del planeta. No habrá refugio para nadie si éste cae.
¿Dónde están los pueblos celosos de lo suyo; orgullosos de sí?
Los pueblos aún libres todavía están a tiempo de detener su propia destrucción (disolución, disipación). Pronto ya no habrá tiempo, cuando la población musulmana alóctona alcance un porcentaje elevado en nuestras ciudades, en nuestras tierras. El peso, no sólo político, de esa población, desintegrará pueblos y naciones ancestrales; acabará inclinando la balanza hacia el islam. Estos son los momentos que vivimos. ¿Qué futuro queremos?
*Ya se adivinaba la mañana, el sol, el nuevo día; parecía que aclaraba. Pero no, vuelve la noche. Todavía de madrugada. Algo retiene a la aurora.
Esta mañana turbia, y ruidosa. Ocupada, invadida. Mancillada. Este futuro, esta posibilidad, este recién nacido amenazado. Niños retenidos en la sombra. Los momentos presentes tienen la estructura de las leyendas o de los mitos; varias alegorías podrían dar cuenta de ello. Las dificultades del nuevo período, de la nueva era; de los nuevos conocimientos, de la nueva humanidad, de la nueva luz. Las fuerzas hostiles que tratan de apropiarse o de destruir este nuevo mundo.
Los combates entre Ormuzd y Ahriman; la batalla de Kurukshetra. Aún no estamos en esa fase. De momento estamos siendo agredidos, intimidados, invadidos. Es un ataque unilateral. No se reacciona, no se les responde. Por los motivos que sean, se les deja hacer. Avanza y crece el enemigo, pues; cada vez más arrogante y confiado. Ya se jacta de sus victorias. El tenebroso islam, el que lidera las fuerzas oscuras. Nuestra situación no puede ser más angustiosa. Todo parece indicar la derrota del nuevo día; la derrota de la luz.
¿Para cuándo la respuesta; para cuándo los futuros; para cuándo la batalla final? Al alba dará comienzo la batalla. Y el alba es ahora. ¿A qué esperamos? ¿Qué tememos? El nuevo día tiene garantizada la victoria.
*
Hasta la próxima,
Manu

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