Las victorias de la aurora.
Manu Rodríguez. Desde Europa (30/05/10).
*
*Hablar del futuro es hablar de victorias, de las victorias de la aurora. Son victorias de la claridad, de la luz del nuevo día, del nuevo período. Estas victorias están siendo borradas, difuminadas, desdibujadas… por las tinieblas residuales del neolítico. No acaba de amanecer, de verse claro. Generaciones perdidas. Criaturas de la mañana que no se conocen, que no se saben; que no se escuchan, que no se ven. Aturdidos por el ruido del neolítico; por los gritos, amenazas, y zarpazos del neolítico. Su violenta agonía.
Los universalismos (totalitarismos, fascismos) religiosos y políticos del neolítico (tradición judeo-cristiano-musulmana, hinduismo, budismo… comunismo). La sombría luz del neolítico. Esas ideologías (de poder), esos discursos, esas palabras, esas voces… Lo peor del segundo período. No terminan de hundirse en la noche, no terminan de callar.
Todo ese maldito ruido que oculta o desfigura la luz y el sonido de las criaturas de la mañana. El bendito sonido del comienzo, del despertar; los primeros compases, las primeras luces del nuevo día.
Se suceden los atentados terroristas aquí y allá protagonizados por musulmanes y comunistas (maoístas) respectivamente; los cristianos de Filipinas se arman contra los musulmanes…
Nunca fue más duro y difícil un nacimiento. Peor está siendo la lactancia. En tan difíciles condiciones. Turbio el panorama; turbio comienza el nuevo día. Hay ruido por doquier. Fuego y humo. Y sangre, mucha sangre. Es la sangre de las víctimas que los tenebrosos sacrifican a sus dioses sombríos.
Es obligación, deber de los futuros, la expulsión de estos tenebrosos. Combatir, disipar, destruir… acabar con estas monstruosidades ideológicas. Derrotarlos espiritualmente. Callarles la boca de una vez. Que suene y luzca de una vez el nuevo día sin ruidos ni interferencias.
*Esos nuevos seres, esos seres renovados; que no se conocen, que no contactan. Aquellos para los que ese pasado sombrío está simplemente muerto. Su nueva mirada, su nueva faz. Promesas de futuro.
Dispersos y sin reconocernos. Sin consignas comunes. Aislados. Solos. Los hijos de la aurora. Los padres del futuro. Los futuros.
Yo quiero unir a esos futuros. Yo me dirijo a esos futuros, a ellos hablo. Necesito llegar a ellos.
Todavía no he recibido un comentario en el blog que pueda considerar de los míos. Ninguno. Nadie aún. Ninguna mano tendida. Ningún signo de reconocimiento. Se sigue sin leer el contenido total del blog. No son artículos periodísticos; aquí no hay noticias atrasadas. Son semillas de futuro.
A ti únicamente me dirijo, Alba, Aurora. A las criaturas de la mañana. A los futuros. Ahí tenéis los cadáveres de aquellos que os retenían. Han quedado inexorablemente atrás. Aquella alianza de civilizaciones muertas, aquella reunión de fantasmas. Están espiritualmente acabados. No pertenecen al futuro. Nada podrá detener el nuevo día.
Los niños del alba, de la mañana. A estos espero. Un signo, una señal, un despertar pueden ser mis escritos para ellos.
*No debo preocuparme por los escasos lectores. Ni por mi soledad. Lo que importa es que estos escritos circulan, que son algo conocidos. Aunque no hayan llegado aún a su destino, llegarán. No importa cuando. ¿Y qué hacer mientras tanto? Seguir destilando, seguir produciendo soma simbólico para los futuros. Aire para el futuro, la nueva atmósfera; esto es lo que hay que crear. Colaborar con aquellos que sacan a la humanidad de las pesadillas del neolítico; del cenagal espiritual del neolítico, de su aire viciado y letal.
Sigo por donde voy, pues. Destruyendo y construyendo. Diciendo sí y no. Amando y odiando. Como un ser pleno. Prodigando, amplificando esta alba, esta nueva aurora de la humanidad. Disipando las tinieblas residuales; purificando esta mañana. Avisando a los hermanos.
*No duermas, no calles. Es la mañana. Tú eres la mañana. Disipa las tinieblas. Despierta y activa a las criaturas. Da comienzo al nuevo día.
Esto les digo a los futuros.
*
Hasta la próxima,
Manu
Manu Rodríguez. Desde Europa (30/05/10).
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*Hablar del futuro es hablar de victorias, de las victorias de la aurora. Son victorias de la claridad, de la luz del nuevo día, del nuevo período. Estas victorias están siendo borradas, difuminadas, desdibujadas… por las tinieblas residuales del neolítico. No acaba de amanecer, de verse claro. Generaciones perdidas. Criaturas de la mañana que no se conocen, que no se saben; que no se escuchan, que no se ven. Aturdidos por el ruido del neolítico; por los gritos, amenazas, y zarpazos del neolítico. Su violenta agonía.
Los universalismos (totalitarismos, fascismos) religiosos y políticos del neolítico (tradición judeo-cristiano-musulmana, hinduismo, budismo… comunismo). La sombría luz del neolítico. Esas ideologías (de poder), esos discursos, esas palabras, esas voces… Lo peor del segundo período. No terminan de hundirse en la noche, no terminan de callar.
Todo ese maldito ruido que oculta o desfigura la luz y el sonido de las criaturas de la mañana. El bendito sonido del comienzo, del despertar; los primeros compases, las primeras luces del nuevo día.
Se suceden los atentados terroristas aquí y allá protagonizados por musulmanes y comunistas (maoístas) respectivamente; los cristianos de Filipinas se arman contra los musulmanes…
Nunca fue más duro y difícil un nacimiento. Peor está siendo la lactancia. En tan difíciles condiciones. Turbio el panorama; turbio comienza el nuevo día. Hay ruido por doquier. Fuego y humo. Y sangre, mucha sangre. Es la sangre de las víctimas que los tenebrosos sacrifican a sus dioses sombríos.
Es obligación, deber de los futuros, la expulsión de estos tenebrosos. Combatir, disipar, destruir… acabar con estas monstruosidades ideológicas. Derrotarlos espiritualmente. Callarles la boca de una vez. Que suene y luzca de una vez el nuevo día sin ruidos ni interferencias.
*Esos nuevos seres, esos seres renovados; que no se conocen, que no contactan. Aquellos para los que ese pasado sombrío está simplemente muerto. Su nueva mirada, su nueva faz. Promesas de futuro.
Dispersos y sin reconocernos. Sin consignas comunes. Aislados. Solos. Los hijos de la aurora. Los padres del futuro. Los futuros.
Yo quiero unir a esos futuros. Yo me dirijo a esos futuros, a ellos hablo. Necesito llegar a ellos.
Todavía no he recibido un comentario en el blog que pueda considerar de los míos. Ninguno. Nadie aún. Ninguna mano tendida. Ningún signo de reconocimiento. Se sigue sin leer el contenido total del blog. No son artículos periodísticos; aquí no hay noticias atrasadas. Son semillas de futuro.
A ti únicamente me dirijo, Alba, Aurora. A las criaturas de la mañana. A los futuros. Ahí tenéis los cadáveres de aquellos que os retenían. Han quedado inexorablemente atrás. Aquella alianza de civilizaciones muertas, aquella reunión de fantasmas. Están espiritualmente acabados. No pertenecen al futuro. Nada podrá detener el nuevo día.
Los niños del alba, de la mañana. A estos espero. Un signo, una señal, un despertar pueden ser mis escritos para ellos.
*No debo preocuparme por los escasos lectores. Ni por mi soledad. Lo que importa es que estos escritos circulan, que son algo conocidos. Aunque no hayan llegado aún a su destino, llegarán. No importa cuando. ¿Y qué hacer mientras tanto? Seguir destilando, seguir produciendo soma simbólico para los futuros. Aire para el futuro, la nueva atmósfera; esto es lo que hay que crear. Colaborar con aquellos que sacan a la humanidad de las pesadillas del neolítico; del cenagal espiritual del neolítico, de su aire viciado y letal.
Sigo por donde voy, pues. Destruyendo y construyendo. Diciendo sí y no. Amando y odiando. Como un ser pleno. Prodigando, amplificando esta alba, esta nueva aurora de la humanidad. Disipando las tinieblas residuales; purificando esta mañana. Avisando a los hermanos.
*No duermas, no calles. Es la mañana. Tú eres la mañana. Disipa las tinieblas. Despierta y activa a las criaturas. Da comienzo al nuevo día.
Esto les digo a los futuros.
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Hasta la próxima,
Manu
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