Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 11 de septiembre de 2009

1) Contra la sumisión

Contra la sumisión.

Manu Rodríguez. Desde Europa. 04/02/08


*



Europa desaparecerá ante nuestros ojos. Hablo a los europeos. A los italianos y a los noruegos, a los irlandeses y a los rusos... A los pueblos europeos, a las ramas etno-lingüísticas europeas. A los germanos, a los eslavos, a los baltos, a los celtas, a los latinos, a los helenos…

La desnaturalización de Europa ¿a quién puede interesarle? Al Islam, sin duda, que sueña y proyecta una Europa musulmana. Proyecta nuestra destrucción.

Esta vez no es sólo la invasión ideológica, como sucedió cuando el cristianismo. Ahora es también el aporte étnico, la invasión efectiva, la invasión demográfica.

La impostura judeo-cristiano-musulmana. La monstruosa, la demencial querella. A cada uno de ellos les ‘prometió’ el dios del Sinaí reinar sobre todos los pueblos, sobre el mundo entero. Judíos, cristianos, y musulmanes. Las delirantes pretensiones. Se disputan el mundo, los muy miserables, en el nombre de su dios.

Tenemos que alejarnos de ese discurso. No podemos usar, para defendernos de la agresión musulmana, ideologías que provengan del campo del agresor.

Además, ¿qué tenemos que ver nosotros, los europeos, con esa criminal y loca disputa?

Tenemos que partir de nosotros, de lo que somos y podemos. Sacudirnos los yugos espirituales extranjeros, retomar mitemas y teologemas autóctonos, ancestrales; misiles, rayos conceptuales que provienen del campo de nuestros verdaderos primeros padres.

No en nombre de Cristo, pues, sino en nombre de Europa expulsaremos al agresor.

La defensa del legado, de la tierra. Europa es la tierra sagrada de los europeos, de sus moradores milenarios.

Desde Europa, desde la Europa europea, la pre-cristiana y la pre-islámica. La nuestra, la Europa gentil, la de nuestros antepasados griegos, latinos, celtas, germanos…

Invoco a la tierra y al mar, a la carne y a la sangre. Invoco al espíritu, al genio de Europa. Prometeo, Balder, Heracles, Arturo, Igor…

Europa está en peligro, Europa desaparece. La Europa nuestra, la de sus pobladores milenarios, la Europa de los pueblos autóctonos.
Ya sufrimos la desnaturalización cuando la cristianización, cuando la aculturación y enculturación a manos de cristianos.

La destrucción del legado de los antepasados por las hordas cristianas, que eran, en su mayoría, europeos cristianizados.

La destrucción del patrimonio. El expolio.

El momento actual es tanto más angustioso, tanto más peligroso.

Es desde Europa que hemos de luchar; desde la Europa europea, desde la Europa gentil.

No desde la Europa cristianizada, no desde la Europa alienada.

Los frutos siniestros del árbol judío. El cristianismo y el islamismo. No han traído a la humanidad más que destrucción y muerte, locura y horror.

Algunos pueblos europeos han padecido a ambos. El Islam ya ha probado su poder en Europa. La codician, los muy siniestros.

Aún quedan bolsas musulmanas en Europa. Bolsas autóctonas, quiero decir, islamizadas (sometidas). Albanos y eslavos.

No podemos incluir a Turquía en la UE. Sería el puente, la ‘puerta’ de acceso de millones de musulmanes más. Nos inundarán. Europa desaparecerá.

Buscan nuestra destrucción a través de la invasión demográfica.

Hay razones étnicas y culturales que invocar para impedir la entrada de Turquía en la UE. ¿Qué tiene que ver Turquía con Europa?

No ocultaré mi filiación espiritual gentil. Invoco al Zeus Olímpico, no al dios judeo-cristiano-musulmán. Mis patriarcas están en el mundo griego, en el romano, en el celta, en el germano… Los Padres, los Manes, los antepasados. Los propios, no los de otro pueblo.

Cultivo lo propio, y recomiendo a todos que hagan lo mismo; a los pueblos cristianizados o islamizados o a los afectados por el área de dominio del hinduismo y del budismo. Religiones universales responsables de la muerte de centenares de culturas. Centenares de pueblos arrancados del árbol de la vida por obra y gracia de estas ideologías universalistas y totalitarias.

Culturas étnicas, autóctonas, arcaicas… que nos unen directamente con nuestros más remotos antepasados. Ese hilo que no se debe cortar jamás.

‘Deserere patriam’, ‘sacrae patriae deserere’. Expresiones que usaban los romanos para referirse a aquellos que abandonaban las tradiciones de los mayores y adoptaban las ajenas, las extranjeras. Abandono, deserción de lo propio, de lo ancestral. Lo propio es sagrado, e inalienable.
Nosotros los europeos, sin embargo, fuimos expropiados de ese bien, se nos hurtó ese bien, ese legado… se le destruyó.

El lugar marginal que ocupan nuestras culturas autóctonas (sus restos) en el imaginario colectivo, simbólico. Predomina lo judeo-cristiano. ¿Cómo lo consiguieron? Y lo musulmán, supongo, en los residuos islámicos.

Nuestra población –la autóctona-, cristianizada o islamizada.

Desde la Europa gentil disparo, pues. Desde la Europa de mis antepasados.

Ésta es la verdadera fidelidad, la fidelidad que les debemos a los Padres, a los Manes. Fidelidad al legado de los antepasados. Al nuestro, al propio, al autóctono, al de nuestro genio surgido. Esta herencia.

Dicho esto, me dirijo a los europeos autóctonos. A los herederos de esta Europa santa, de esta tierra sagrada nuestra.

Europa es la tierra sagrada nuestra, la de los europeos, la de sus pobladores milenarios. No dejaremos que nos la arrebaten. No dejaremos que miles de años de historia nuestra desaparezcan. Desde la pintura del paleolítico. Nosotros somos descendientes de aquellos primeros que llegaron hace treinta y cinco o cuarenta mil años.

Toda la historia nuestra se esfumaría. Acuérdate de la destrucción de monumentos, de documentos, de templos… cuando la cristianización.

Estas ideologías vienen a destruir.

Dejación de soberanía cometemos cuando permitimos que se discutan o se nos arrebaten nuestras cosas, nuestras costumbres, nuestros usos... nuestras normas, nuestras leyes. Ésta es nuestra tierra. Nuestra casa desde hace milenios. Nos jugamos milenios de pasado, y de futuro.

Ser o no-ser, ahora. Éste es el momento. Nos lo jugamos todo. Si Europa decide hundirse y desaparecer para siempre, o renacer erguida y orgullosa de su ser.

Es la hora, es nuestra hora.

Toda Europa se enfrenta ahora a este reto del Islam. No podemos esperar a que sea demasiado tarde.

El porcentaje de musulmanes en Europa nos da la medida de su poder. Cuantos más sean, más poder tendrán. Su ascenso es nuestro descenso. Su triunfo es nuestro fracaso… su victoria es nuestra derrota.

¿Son ellos los bárbaros que anunciaba Nietzsche? Aquellos pueblos bárbaros que caían sobre pueblos seniles. ¿Es éste nuestro caso?

Corremos hacia la servidumbre (la ‘dhimmi’), hacia la sumisión (el ‘Islam’).
Europeos autóctonos, latinos, germanos, eslavos…. ¿No teméis la pérdida de vuestras libertades, de vuestro status, de vuestro ser; la terrible situación en que dejamos a nuestros hijos y herederos? No hacer nada, no haber hecho nada.

Caerán pueblos, ciudades, regiones, naciones… En virtud del número y del poder del voto democrático que se les concedió.

Hasta que toda Europa caiga en sus manos.

¿Qué haremos, llegado el caso?

Sí, ¿qué haremos los europeos cuando veamos cómo perdemos Europa democráticamente, cómo se nos quita de las manos?

El juego democrático. Un juego ideado por nosotros y para nosotros. En manos del extranjero, es un acceso al poder. En su momento lo destruirán, impondrán su ley.

Los pequeños países escasamente poblados pronto verán doblada su población autóctona por la extranjera. El voto musulmán, que aupará partidos musulmanes, alcanzará en su momento más de la mitad de muchos parlamentos.

Los no musulmanes tendrán, a su vez, que unirse. Será una unión difícil. El musulmán, sin embargo, será un bloque. Un bloque amenazante. Macedonia, Kosovo…

El juego democrático y estos momentos me recuerdan la muerte de Balder.

Balder, el genio de Europa. Lo que causa su muerte: la maldad de Loki, y la ceguera de Holder.

Loki busca la destrucción de los suyos. Holder es ciego, no sabe qué cosa hace. No sabe que hiere mortalmente a su hermano.

Loki sabe lo que hace; Holder no sabe lo que hace.

Entre la ceguera y la maldad la perdimos entonces –cuando la cristianización-, entre la ceguera y la maldad la perdemos ahora, cuando la islamización.

La censura que ya se padece es obra de la presencia, del ascenso, del poder que ya tienen los musulmanes en Europa. Presionan a las autoridades.

Las autoridades, nuestros gobernantes y políticos. Débiles, pusilánimes, confusos, aturdidos, extraviados. Indignos.

Lo que viene, lo que se acerca… ¡Oh, Zeus! Viene guerra y violencia, algo terrible viene.

¡Oh, dioses! ¡Oh, Manes protectores! ¡Ay, el genio de Europa! ¿Dónde está el genio de Europa?

Despierta Europa, despierta europeo. Despabila. Mira lo que pasa.
Balder, Arturo… ésta es la hora. La hora del retorno del genio de Europa. Griegos y romanos, celtas y germanos… todos nos observan desde las alturas… ‘¿Qué harán?...’. Sí, ¿qué haremos?

Es la hora, es el momento. Ahora o nunca. Los Padres nos observan, los Manes, los hacedores de nuestra Europa. Sí, la nuestra, la que hemos elaborado con nuestra sangre y nuestro sudor y nuestras lágrimas. Carne y sangre nuestra, la de nuestros antepasados, la que a nosotros conduce; obra nuestra, de nuestro genio europeo, que hemos de legar intacta a nuestros herederos, a los que han de venir detrás de nosotros.

Hemos de velar por nuestro futuro, por nuestros herederos. No cabe pereza en este asunto, no cabe negligencia, no cabe cobardía.

Son las generaciones presentes las emplazadas por el destino. A nosotros nos toca, nos tocó.

Preservar la memoria de los antepasados y ser un ejemplo para los futuros. Esto hemos de hacer, esto hemos de ser.

Las generaciones presentes han de dar ejemplo a las generaciones futuras. No podemos quedar como generaciones débiles y pusilánimes que nada hicieron.

Héroes hemos de ser para los venideros, y no villanos.

Hemos de defender lo nuestro, pura y simplemente.

Las voces que claman (en Internet, por ejemplo), desatendidas, marginadas, prohibidas. Impotencia, ésta es la palabra. Impotencia de multitud de europeos que no pueden hacer nada. La acción está en manos de nuestros políticos. Pero nuestros políticos les facilitan la entrada, la estancia… las ayudas.

Nuestros políticos o son ciegos, o son ‘malos’. Holder o Loki.

El Islam practica, como el cristianismo, el ‘si no estás conmigo, estás contra mí –estoy contra ti’.

Una terrible amenaza. Una realidad amenazante y terrible nos viene del Muspel, otra vez. Es Surt, de nuevo. Surt redivivo.

Un monstruo, una monstruosidad. Hemos de librar esta batalla. Es la batalla de los europeos por Europa. Nos jugamos el ser.

Milenios de pasado y de futuro nos jugamos. No podemos fallarle ni a los pasados, ni a los futuros.

A nuestras generaciones les ha tocado esta batalla, este destino.

Es un reto, entiéndase bien; se nos ha retado en nuestra propia casa, en nuestro propio hogar. Nos jugamos la casa, el hogar, la tierra y el cielo, si nada hacemos.

¿Qué podemos hacer? Europa se pierde, se nos va, la perdemos. Perdemos a la madre Europa. Otra madre viene que no será para nosotros sino funesta madrastra. Como lo fue para los europeos la comunidad cristiana, la Iglesia, María.

Otra madrastra, y otro padrastro (otra ley extranjera). Otro invierno supremo viene. Apenas repuestos del primero, el milenio cristiano; apenas renacidos.

¡Padre Zeus, madre Hera-Europa!

La muchedumbre de extranjeros musulmanes aplastará los restos de europeos que queden. El ejército de Surt. Sometidos. Islamizados. ¿Éste es el futuro que queremos para nuestros hijos y herederos?

El horror. Los guardianes de la fe islámica. Ideología extranjera, gente extranjera dirigiendo nuestro destino. Eliminándonos. Apropiándose de Europa. Algo horrible.

Disminución paulatina de la población europea autóctona.

Desapareceremos todos, desaparecerá nuestra memoria. No quedará memoria de nosotros. Milenios de risas y palabras arrojados a la muerte y al olvido.

Por nuestra debilidad y cobardía. Por la miseria espiritual de las generaciones presentes.

Invoco a los héroes. Indra-Heracles-Thor… Balder, Arturo, Igor… Leónidas. Invoco al genio de Europa.

¿En que mundo viven los europeos? Nos invaden y miran para otro lado. Es posible que no se lo crean. Su ingenuidad les impide ver esa posibilidad, aún más, la descartan. Pero el Islam nos invade. Con población extranjera, además.

Poco a poco Europa se desnaturalizará. La población extranjera nos superará. El Islam podría ser, incluso, una fuerza que uniese a los extranjeros de cualquier origen frente a los autóctonos.

Acabarán con Europa, la Europa nuestra. La de sus pobladores milenarios.

La alianza de civilizaciones es una insensatez, y un insensato aquel de entre nosotros que la promueve. Un ciego instrumento en manos del enemigo, en manos del Islam.

La alianza de civilizaciones es, pura y simplemente, un caballo de Troya. Cumple la misma función para el Islam que la OTAN para los USA. Es un medio para operar política, cultural, y demográficamente en Europa. Como los USA lo hacen política, cultural, y militarmente.

Tal invención, en las presentes circunstancias, no puede ser obra más que de un ingenuo, o de un tramposo. O mienten, o se mienten, o ambas cosas.

Al parecer, es una idea conjunta de Zapatero y Erdogán. La brillante idea.
Unas palabras sobre el concepto ‘civilización’. Hablamos de civilización china, o egipcia, o sumeria.... Y hablamos bien. El concepto ‘civilización’ abarca todas estas modalidades civilizatorias. En todas se dan las mismas coordenadas: poder centralizado, ciudades, agricultura, ganadería, minería… arquitectura, escritura… administración, organización jerárquica de la sociedad, ejército… Estos son, entre otros, los parámetros que, una vez cumplidos, convierten en ‘civilizada’ a cualquier cultura.

El concepto ‘cultura’ es también muy general. Abarca todas las tradiciones lingüístico-culturales, hayan alcanzado o no el status civilizatorio.

Lo correcto sería hablar de culturas; de cultura egipcia, de cultura china, o de cultura griega, o romana, o de cultura inui, o san… o inca.

Todo pueblo, cada pueblo –en su momento, étnicamente diferenciado- genera a lo largo de las generaciones un mundo lingüístico-cultural, un mundo simbólico.

La ‘cultura’ islámica tiene su origen en un ‘texto’, como la judía, o la cristiana, o la budista… No son culturas ancestrales, no son el fruto de las generaciones, no hunden sus raíces en el tiempo de los sueños. Son ideologías de salvación universales, totalitarias y globalizadoras, que surgieron, en su momento, en un entorno etno-lingüístico determinado (y contra éste), o como heterodoxias de alguna ideología universalista ya existente (y contra ésta).

Los pueblos (y las culturas) ya han conocido globalizaciones varias debidas a estas ideologías de salvación. La globalización cristiana (su área de dominio), la islámica… los pueblos afectados por el área de dominio del hinduismo y del budismo.

La extinción de numerosas culturas se debe a la expansión de estas ideologías. Son las grandes religiones de la humanidad. Su poder se extiende sobre numerosos pueblos que han perdido sus tradiciones milenarias y han tenido que adoptar una fe y una cultura extranjeras. En Europa, en África, en Asia, en la América indígena…

En Europa en particular, donde el proceso de aculturación y enculturación duró siglos. Si bien nunca lo consiguieron del todo.

La expansión (por la fuerza, por la violencia de las armas) del cristianismo en Europa acabó con nuestras culturas autóctonas. Perdimos Grecia, Roma, el mundo celta, el mundo germano, el balto, el eslavo… Lo perdimos todo.

Fue una invasión estrictamente ideológica, podemos decir, para distinguirla de la actual que es, además de ideológica (viene igualmente a destruir), demográfica.

No sólo predican, propagan su fe, sino que, además, ellos mismos se propagan. Su número aumenta cada día. Surt los recluta.

Perderemos la tierra y el cielo (el mundo simbólico). Lo perderemos todo.

Perdimos el cielo cuando la cristianización. Nuestros cielos quedaron enladrillados por el cielo judeo-cristiano. Hoy, perderemos también la tierra.

Choque de culturas, de ideologías, de juegos de lenguaje. ¿Podemos generalizarlo? No. Hay culturas, y culturas. Los moradores de culturas étnicas no van por ahí tratando de convertir (por las buenas o por las malas) a todo el mundo en lapón, pongamos por caso, o en chino, o en lakota.

Un cristiano sí, y un musulmán, y un budista o un hinduista. Luchan por la expansión de sus ideologías. Estas ideologías aspiran a un dominio universal. Pueblos y culturas nada significan para ellos. Su voluntad es de dominio total. La más violenta y destructiva será la que logre la victoria final.

Si nada se opone, éste es el futuro del planeta. Cada una de estas ideologías es la única verdadera. Entiéndase bien esto, la única.

Las culturas étnicas y ancestrales no tienen este comportamiento agresivo.

Sólo las ideologías de salvación practican la extinción de las culturas que encuentran a su paso.

Todo el planeta conoce esta lacra, este cáncer, este virus de las ideologías de salvación. Pueblos cristianizados, islamizados, budistizados… Con la memoria de los antepasados negada, proscrita, mancillada. Persas, tibetanos, indonesios… europeos.

Hay que distinguir, pues, entre culturas étnicas y culturas universalistas.

Las ideologías-culturas universalistas son, sencillamente, destructivas. Lo han demostrado ampliamente a lo largo de la historia.

Los pueblos cristianizados o islamizados podrían preguntarse sobre sus ancestros. Qué memoria guardan de ellos. Qué imagen de sus antepasados les proyecta la ideología extranjera que les domina.

Por lo que respecta a Europa, y según las fuentes cristianas, nuestros antepasados eran todos unos estúpidos, unos necios, unos animales… bárbaros, inhumanos…Toda su obra era obra del ‘diablo’. Griegos, romanos, celtas, germanos… Nuestros antepasados, nuestros patriarcas, nuestros Manes.

Todo el planeta conoce esta alienación y esta destrucción de bienes espirituales ancestrales y autóctonos.

Dichosos los pueblos-culturas que no hayan padecido esta experiencia.

Las culturas étnicas se comparten. Nadie quiere convertir a nadie. No se comprendería semejante actitud. Aquí se aprecia la cultura en su ser.

¿Por qué un musulmán, o un cristiano, no soportan la diferencia? La actitud de los creyentes, de los afectados; la ostentación, el uso ofensivo de la fe.

¿A qué viene su predicación, el apostolado de su fe? La expansión.

Al otro se le desupone el saber, se le desupone el ser.
¿Por qué quiere el universalista que yo adopte sus antepasados, su mundo; que ignore lo mío y adopte lo suyo? Es de locos.

La familiaridad que con el mundo judeo-cristiano tenemos en Europa, por ejemplo. ¿Cómo lo consiguieron? O el mundo de Mahoma entre persas o indonesios, o el mundo hindú en el área de dominio del hinduismo y el budismo.

La aculturación y la enculturación. La destrucción de lo propio y la imposición de lo ajeno. La alienación.

La propagación, a escala planetaria, del particular mundo de estas ideologías. Previa destrucción de la memoria de los pueblos; de sus mundos, de sus cielos. Por la violencia lo consiguieron.

Las grandes religiones de la humanidad. Religiones de salvación, de liberación. Es ironía, es cinismo, es crueldad. Es la destrucción de lo propio lo que viene. Lo que nos vino antaño con el cristianismo, lo que nos viene ahora con el Islam.

Esta vez será peor. Perderemos lo logrado espiritualmente, y perderemos el territorio, la tierra sagrada de los europeos. Perderemos la tierra y el cielo.

Es preciso distinguir pues, establecer distinciones entre culturas étnicas y culturas universalistas. Saber, y poder, distinguirlas.

Que cada pueblo mantenga, conserve, y enriquezca su propia cultura. Que podamos compartir esas culturas.

Mi fe y mi fidelidad se la guardo, y se la debo, a mis antepasados.

Las ideologías-culturas universalistas son el problema. La opresión, la represión, la supresión… vienen de suyo con estas ideologías. La inquisición, los guardianes de la fe.

Recuérdese en Europa el milenio largo de dominio cristiano. Cuanta sangre, cuanta muerte, cuanto horror. Recuérdese, en otro orden de cosas, el socialismo de Estado.

Las ideologías universalistas son ofensivas y destructivas por naturaleza.

No puede haber, no puede darse ninguna alianza entre culturas étnicas y culturas universalistas, o entre las mismas culturas universalistas (cristianismo e islamismo, por ejemplo, o islamismo y budismo, o hinduismo y budismo). Sin olvidar las escisiones que se producen en estas mismas ideologías –las heterodoxias-, que no dudan en agredir a los de su misma confesión. Las guerras de religión entre cristianos, entre musulmanes…

Nuestra actitud para con estas ideologías (hablo como europeo gentil), ha de ser de suma cautela, distancia. Mantenerlos a distancia. Lejos y fuera, es lo prudente.

Allí donde aparecen son una amenaza, un peligro. Un peligro de muerte.
Alejarnos de ellos, alejarlos de nosotros. Nos va en ello la salud, nos va en ello nuestro futuro y nuestro pasado. Todo nuestro ser peligra.

Cuando alguna de estas ideologías se abate sobre un pueblo. Cuando logran adeptos en ese pueblo (el ‘deserere patriam’, el ‘sacrae patriae deserere’). Dividen a ese pueblo. Siembran la discordia. Traen la guerra interna, la destrucción, el mal.

Terrible enemigo el actual. Terrible momento el que vivimos.

Es Tifón de nuevo, es Surt. El secuestro de Zeus, el invierno supremo. Europa, apenas renacida, amenazada de nuevo por un invierno supremo.

¿Un milenio, ahora musulmán? No, esta vez nos lo jugamos todo; la tierra y el cielo, el pasado y el futuro, todo. Esta vez será para siempre.

Ser o no-ser, Europa. Es tu destino. Es tu hora. Tu momento ha llegado. Ahora o nunca.

No sea Europa campo de batalla entre cristianos y musulmanes, sino entre europeos y musulmanes. Es la Europa actual, la herencia actual, lo logrado, la posición cultural alcanzada. Es esa Europa la que lucha contra el Islam.

Es por otro lado una guerra de supervivencia. El peligro es tal que de lo que se trata ahora es de que Europa sobreviva. Que logremos salvar a Europa de la situación en la que se encuentra.

Es una agresión lo que padecemos. Se nos planta batalla, se nos echa un pulso, se nos reta en nuestra propia casa, en nuestro propio hogar.

Insultando a los anfitriones, a nuestras tradiciones y costumbres, a nuestras mujeres. Avasallando. Abusando de nuestra hospitalidad. Alterando nuestra cotidianidad, obligándonos a adaptarla a su norma, a su horma, a su ley. Comportamiento indeseable. El de ese no-pueblo, el de ese dios.

Urano, Crono, Procrustes. La opresión, la supresión, la mutilación. Lo que viene, lo que llega.

Un dios totalitario y sangriento semejante a aquel otro que tuvimos con los cristianos; son de la misma cepa. Esto es lo que viene, lo que llega. Lo que de nuevo invade a Europa.

Europa, madre Europa. ¿Qué le ocurre a la colectividad, a la madre simbólica? Madre Europa, despierta, despabila. Y los héroes, los hijos. Prometeo, Heracles, Balder, Arturo… Vidar y Vali, Modi y Magni… ¿dónde están?

Madre Europa: dormida, loca, distraída… ¡Ay, Madre! ¿Dónde tienes el espíritu, en qué mundo andas? Vuelve en ti, retorna, despierta, despabila, mira lo que pasa. Alerta a tus hijos, a los tuyos, prepáralos para la batalla.

Los hijos de Europa. Las generaciones presentes… ¿en qué piensan?
Como un organismo con un sistema inmune debilitado, deprimido. La ‘intelligentsia’ ¿dónde está? Prometeo, ¿dónde estás?

El concepto ‘infiel’ aplicado al no-creyente. No hay otro infiel que el cristianizado, o el islamizado, o el budistizado. Infiel al legado, a las tradiciones paternas, al nexo sagrado. Los que abandonan, los que desertan. Los que tal cosa hicieron o hacen. El abandono de lo propio y la adopción de lo extranjero. El ciego Holder.

La mayor parte de las cristianizaciones e islamizaciones fueron, no obstante, forzosas y violentas. Pocos fueron los que voluntariamente desertaron.

La fidelidad se encuentra en aquellos pueblos que han tenido el valor de permanecer fieles a los Padres, a los antepasados. Los pueblos que no se dejaron arrebatar el legado. Las escasas culturas étnicas, autóctonas, que han logrado sobrevivir. Ahí tienes, europeo, una muestra de lo que debimos ser, de lo que tenemos que volver a ser.

Es el camino de la recuperación del honor, del orgullo, de la dignidad. Un pueblo islamizado, o cristianizado, carece de orgullo, de dignidad. Carece de voz propia. Es un pueblo alienado, extrañado de su origen, espiritualmente extrañado. Con raíces culturales ajenas, con antepasados espurios.

La cultura de un pueblo es su religión. Todo su mundo simbólico.

El ser de un pueblo se cifra en su lengua y cultura, en su mundo simbólico todo. Es su ser y su sentido. El mundo simbólico de un pueblo dota de sentido y ser.

El ser, el espíritu, el genio y el numen de un pueblo se nos hace patente en su lengua y en su cultura.

Hay choque de culturas, ciertamente. El de las culturas universalistas, que compiten entre sí, y contra las grandes y pequeñas culturas étnicas que sobreviven (China, Japón, India… el ‘animismo’ africano…).

En Europa. Los logros sociales de todo tipo en los dos últimos siglos. Lo logrado; el terreno espiritual, simbólico, conquistado, creado por nuestros inmediatos antecesores, por nuestros Padres más cercanos. El respeto sagrado que les debemos.

Los mundos lingüístico-culturales son autosuficientes. Es labor de milenios; el mundo griego, el romano, el celta, el germano, el balto, el finés, el eslavo…

Son milenios los que se destruyen cuando una cultura es destruida, y cientos las generaciones que se arrojan sin piedad a la muerte y al olvido.

Eso pasa cuando la cristianización o la islamización de un pueblo.

Mundos destruidos, identidades perdidas; pueblos olvidados, arrasados, arrancados del árbol de la vida, como si nunca hubieran sido.

La desaparición, la destrucción, la extinción violenta de culturas.

Genocidio cultural, el practicado por las ideologías de salvación (tradición judeo-cristiano-musulmana, así como hinduismo, budismo y afines).

El legado de las ideologías de salvación. Destrucción y muerte. Locura y horror.

Europa, vienen a por ti. Vienen de nuevo a por ti.

¿Quién lo diría? ¿Quién nos lo iba a decir?

Ahora sí que peligra Europa. Ahora sí que viene el lobo de verdad.

La Europa que nuestros hijos y nietos heredarán. Una Europa en la que serán minoría, estarán sometidos, esclavizados o islamizados. Una minoría aplastada. La Europa europea reducida e impotente.

¿Estamos presenciando el fin de Europa? La Europa que viene, la Europa islámica. El triunfo de Surt.

Cientos, miles de voces claman ya en tu interior. No un ‘loco’ sino miles, cientos de miles, claman ya contra el invasor.

Ni el menor movimiento, ni el menor gesto de nuestras autoridades políticas. Bien al contrario, se multiplican las alianzas, los pactos, las ayudas.

¿Qué maleficio nos paraliza, nos desnorta, nos confunde?

Quien previene contra el Islam es ahora el enemigo. Los mejores de entre nosotros, perseguidos, censurados, vigilados. Peligra la libertad, peligra la vida, peligra ¡todo!

El miedo, el terror, la muerte… armas del Islam. ¿Quién se atreve hoy día a levantar abiertamente la voz contra el Islam?

Miedo a la represalia política, cultural, social… al ostracismo. Miedo a la muerte. La hoz, la media luna islámica. La vida segada de Van Gogh. Es de los primeros, simplemente. Se juega la vida aquel que se enfrenta al Islam.

Se nos impide la palabra. Se nos impedirá la acción. Cuando llegue el momento.

Los defensores de Europa, la buena sangre de Europa. La que vive angustiada, estremecida, y airada, por la situación.

La inoperancia, la ceguera de nuestra clase política. De este a oeste, de norte a sur.

La mayoría de la población que ya, en las ciudades, se apercibe del problema. Pero no acaba de creérselo.

La estrategia de la población musulmana. Paciencia. Sólo es cuestión de tiempo. En cuanto alcancen mínimamente la mayoría. Una generación, dos generaciones, tres generaciones. Los próximos años son decisivos, vitales para Europa, para la Europa europea.

Europa se jugará su destino; ser o no-ser.

De no tomar medidas, la Europa europea que aún hoy es posible disfrutar, no durará más de cincuenta años.

Los niños y adolescentes de hoy verán desaparecer Europa mañana. Serán una minoría en su propia tierra, en su propio hogar. Vivirán atemorizados, arrinconados, aplastados. ¿Esto es lo que queremos para nuestros descendientes? ¿Ésta es la Europa que les dejaremos?

Generaciones funestas, ineptas, necias… el juicio que nuestros descendientes emitirán sobre las generaciones presentes, sobre nosotros. Generaciones miserables. Dignas del mayor desprecio.

Aún estamos a tiempo de invertir la situación. De tomar medidas. Antes de que sea demasiado tarde.

No es tiempo ya de pensar o lamentar los errores cometidos. Es hora de tomar medidas. Poco a poco hemos de deshacernos de la morralla islámica que nos invade.

Cada minuto que pasa es vital, fatal. Juega a favor del enemigo, a favor del Islam. Favorece su expansión. Necesitamos antibióticos, necesitamos expulsar al que, caso de no hacerlo, nos destruirá.

La enfermedad se extiende y se extiende sobre el sagrado suelo de Europa. Se fija en los nódulos, en los centros, en las grandes ciudades. Es sólo cuestión de tiempo.

Cuenta con el favor y la simpatía de parte de la población. Algunos, incluso, se islamizan. Los Holder. El sistema inmune ha enloquecido.

Una mayoría indiferente o ajena al problema. Su futuro y el de sus descendientes están en peligro, sin embargo. Alguien tendría que decírselo.

Una minoría airada y activa tildada de racista o xenófoba. Perseguidos, censurados, anatematizados. Racistas no, antiislamistas, sí.

La censura religiosa se hace ahora en nombre del Islam. Desde nuestros gobiernos democráticos y apoyada por nuestros políticos de izquierda y de derecha. Nueva legislación al respecto viene.

Contra el Islam, como contra toda ideología totalitaria. Como contra el comunismo –el ‘internacionalismo’ proletario. Contra las ideologías universalistas y totalitarias, religiosas o políticas. No cabe ninguna alianza, ningún diálogo con estas ideologías destructivas.

La lucha contra el Islam es una lucha digna y noble. En el nombre de Europa, en el nombre de nuestra libertad.

Europeo, familiarízate con estas palabras que en años próximos escucharás hasta la saciedad. La ‘umma’, la comunidad musulmana (es la madre, la madrastra musulmana, la nueva madrastra para Europa). La ‘dhimmi’, la servidumbre a que seremos reducidos los europeos cuando sean mayoría y tomen el poder. El ‘dar-el-harb’ y el ‘dar-el-Islam’. La tierra de conquista y la tierra de sumisión. La tierra por someter y la tierra sometida. La ‘yihad’, la guerra santa, es decir, legítima, contra los no sometidos. La legalidad, la santidad de esa guerra, de esa violencia que ya está entre nosotros. La ‘sharia’, la particular ley islámica, cuya aplicación se pide ya en las mezquitas de Europa contra los que ataquen de un modo u otro al Islam. La ‘fatua’ (sentencia, condena) indirecta, encubierta. El caso Van Gogh, en Holanda. La ‘fatua’ explícita lanzada por alguna autoridad religiosa, como en el caso de Salman Rushdie.

Vete acostumbrando. Umma, yihad, sharia, dar-el-harb, dar-el Islam, fatua, dhimmi… Lo que viene, lo que llega.

Son las huestes del Muspel, otra vez. Es Surt, de nuevo. Tifón. Renace este monstruo, esta monstruosidad. Llega el horror, la alienación. Apenas renacidos, y ya nos amenaza un nuevo invierno supremo.

Muerte de Europa en su nueva juventud. La desidia, la ceguera, y la maldad, de las presentes generaciones, causarán su muerte. La cobardía, la pusilanimidad. La insensatez (con ‘z’ de Zapatero).

Los políticos de izquierda, que creen tener en la población musulmana extranjera un filón de votos. Necios, bobos, estultos. Esos votos se los llevará, en su momento, el Islam.

Las generaciones de musulmanes que entre nosotros nacen, no nacen en Europa, nacen en el Islam. El Islam es la patria de estos musulmanes ‘europeos’.

Desidia, negligencia, cobardía, insensatez… en la mayor parte de la población europea.

No hay para los musulmanes más que tierra sometida, y tierra por someter.

‘Nos quieren muertos, o viviendo su mentira’.

¿Qué haremos, qué vamos a hacer? Amigo mío, europeo, estamos en guerra; somos tierra por someter, por islamizar.

El fuego de Surt está cerca y presto a incendiar de nuevo nuestros mundos. Lo tenemos dentro, lo tenemos en casa.

Primero, resistencia, fortalecimiento. Segundo, expulsión de este ‘alien’, de este cuerpo extraño que amenaza con destruirnos, con destruir miles de años de historia, con borrarnos de la faz de la tierra.

La dignidad, el honor, el espíritu, la sensatez, la nobleza… el coraje y el valor que no tuvimos cuando la cristianización de Europa. Todo lo que hemos de tener ahora. Ahora nos lo jugamos todo. Nos jugamos nuestra tierra y nuestros cielos, nuestros mundos.

Escucha esto, la caída de cierto espíritu causó la ruina espiritual de Europa, causó nuestra destrucción y el sometimiento a una religión extranjera. Sacerdotes de divinidades extranjeras destruyeron nuestras culturas, nos privaron del patrimonio milenario, del mundo simbólico heredado de nuestros antepasados, de los Padres, de los Manes. Nos impusieron sus divinidades, su historia y su geografía se nos impusieron como sagradas.

Cuando en los siglos medios aparece el Islam en Europa, la labor de destrucción del paganismo –de las culturas autóctonas- ya estaba hecha, al menos en el sur, en Grecia, Roma, Hispania y la Galia. Europa se convirtió en campo de batalla de cristianos y musulmanes, combatían por nosotros. Dos ideologías extrañas a nuestra tierra, a nuestra carne y nuestra sangre, a nuestro espíritu. A nuestro genio y nuestro numen. Ajenas por completo a nuestra sensibilidad, a nuestra naturaleza, a nuestros mundos.

Esa sensibilidad y esa naturaleza, ese genio y ese numen, es lo mejor de Europa. Ese espíritu no puede morir.

El espíritu Balder, el genio de Europa. El retorno de este espíritu.

Ese espíritu renació en los dos últimos siglos, aunque anduvo gestándose desde siglos atrás, desde el período trovadoresco, quizás, pasando por el Renacimiento y la Ilustración.

La joven Europa, la renovada, la rejuvenecida Hera-Europa. La nueva primavera que vivíamos. Ver novum.

Vivíamos, he dicho bien; hasta que apareció el Islam. La joven Europa amenazada de muerte. Una nueva maldita madrastra (la ‘umma’, la comunidad, la ‘ecclesia’ musulmana) la asedia, la acosa, quiere su muerte. No soporta nuestras risas, nuestra juventud, nuestra belleza, nuestra libertad, nuestro espíritu, nuestro ser.

Invoco a los dioses autóctonos, a los dioses de mis antepasados. A Zeus, a Balder, a Lug…

A las estirpes europeas me dirijo, a celtas, a germanos, a latinos, a helenos, a baltos, a fineses… a eslavos.

Invoco a los Manes, a los Padres, a los antepasados.

El retorno de Balder coincide con esta nueva amenaza de Surt.

La joven, la renacida Europa, ha de enfrentarse con esta amenaza. Debe despertar de la adolescencia. Debe madurar. Este conflicto la hará madurar.

No puede sucumbir Europa.

¿Cómo libraremos esta batalla?

Prepárate para la batalla europeo, entérate de que estás en guerra. Tu tierra y tus cielos, todo tu mundo, están amenazados de muerte. Es una amenaza de muerte lo que nos ronda. Podemos desaparecer.

Restos, fragmentos, es lo que nos queda de nuestros antepasados tras la masiva destrucción de monumentos y documentos cuando la cristianización.

¿Qué quedará de nosotros si consiguen apoderarse de Europa? ¿Qué harán con nuestras bibliotecas, con nuestros museos? ¿Qué harán con nosotros?

Por diversas razones, estamos solos. Los USA siguen buscando nuestro debilitamiento. En un alarde de estrategia suicida no dudan en desnaturalizar a Europa antes que verla fuerte e independiente. (El apoyo a Turquía para su ingreso en la UE, al multiculturalismo en Europa, a la alianza de civilizaciones, a la independencia de Kosovo…).

Los futuros acontecimientos podrían ser la particular ‘Batalla de los Mirlos’ para Europa, para los europeos. La pérdida de Europa.

Los USA tendrían que considerar a Europa como su Madre Patria. Tendrían que salvaguardar su pureza. Son también hijos de Europa, no deberían olvidarlo.

El comportamiento de los USA con respecto a Europa es, hoy por hoy, el de Loki. Éste es el papel que representa en los momentos presentes el amigo americano.

Es el colmo de la estupidez, sin duda, esta estrategia; a sí mismos se dañan, a sí mismos se destruyen cuando debilitan, entorpecen, o desnaturalizan a la Madre Europa. ¡Europa es vuestra ciudad madre, vuestro origen, insensatos, y está siendo agredida, corre el peligro de desaparecer! Enteraos vosotros, también, quien es el enemigo.

Todo ha cambiado. El panorama, la estrategia, el juego ha cambiado por completo.

Me uno a los combatientes contra la sumisión, contra el Islam; contra la desnaturalización, contra la futura desaparición de Europa. Contra la muerte y el olvido. Contra Tánato, contra Tifón, contra Surt.

Contra los infieles. Ningún musulmán (ni ningún cristiano…) guarda fidelidad a los Padres, a los antepasados. Rompieron el nexo con los antepasados. En Arabia misma, en Persia… en Indonesia… En Europa.

Vengan de donde vengan. África o Asia. Roto el nexo que les unía a los Padres. Un nexo milenario, sagrado. Apátridas, infieles, descastados. Son un no-pueblo. Prestos a matar y a morir por el que los alienó. Clones, zombis.

¿A qué antepasados veneran los cristianizados o los islamizados o los budistizados…? ¿Cuál es su tierra sagrada? Jerusalén, La Meca…

La tierra propia desacralizada. Delfos, Upsala, Arcona, Irminsul… Europa es la tierra santa de los europeos, de sus pobladores milenarios. Nuestra tierra sagrada.

Guerra fría y caliente contra la sumisión. Para Europa es decisiva la victoria. Se juega su destino, su ser.

El mundo entero depende de la victoria de Europa. Los mundos, los pueblos.

Primero, la consideración de ideología ‘non grata’ al Islam en su conjunto, como ideología totalitaria. Simplemente, prohibir el Islam, como se prohíbe el nazismo, porque el Islam es el homólogo religioso-político-militar del nazismo.

Segundo, el voto. ¿Cómo ponemos en manos de extranjeros nuestro destino político, social, cultural…?

Ponemos en peligro lo que a nuestros antepasados les costó sangre, sudor, y lágrimas. Malbaratamos. Cuanto dolor hay detrás de nuestras instituciones democráticas, de nuestros sistemas de enseñanza, de nuestros sistemas sanitarios… No nos fue regalada la sociedad que vivimos. Fue lograda, conseguida, conquistada. Nuestros inmediatos antepasados lo consiguieron.

Estamos en deuda, los europeos, con todos nuestros antepasados. Milenios nos observan. A nosotros, a los europeos de las presentes generaciones. Nuestra responsabilidad, nuestro deber para con Europa, para con nuestra tierra, para con nuestros pueblos.

El papel, histórico, que les toca a las presentes y a las próximas –muy pocas- generaciones de europeos.

El deber, la deuda, la responsabilidad que tenemos para con nuestro ser, nuestro sentido, nuestro destino, nuestro futuro -el futuro de nuestros hijos y herederos.

Hablemos, los europeos, como pueblo. El peligro nos afecta a todos. Van a por todas. Se extienden por todo el territorio. Están por todos lados. ¿Cómo han venido, cuándo…? Silenciosamente, sin apenas ruido.

El remedio demográfico. Contrarrestar demográficamente la invasión –hasta la total y definitiva expulsión del agresor.

La entrada del Islam en Europa ha alterado definitivamente nuestro panorama, nuestro horizonte. Nuestro destino está envuelto en este conflicto que afectará a generaciones. Es una lucha a muerte, entérate europeo. No te engañes.

La tropa que nos envían. Asiáticos y africanos. Millones. El ejército que nos invade. Las huestes del Muspel, la tropa de Surt. ¡Oh, Leónidas! ¡Oh, Balder! ¡Oh, héroes! Es la batalla final, es la batalla decisiva.

Nuestro status cultural, social, etno-lingüístico… está en juego. El status de Europa. El ‘demos’ mismo de Europa peligra. Nosotros mismos, los herederos actuales de sus moradores milenarios. Ésta es la pesadilla que vivimos.

Despierta Europa, despabila.

Un europeismo militante en estos tiempos de guerra y miseria. Combatientes, guerreros de la causa europea. Salvar a Europa es salvar nuestro ser, nuestro sentido.

El gran rechazo. Expulsarlos, sudarlos como una mala fiebre. Una virasis, tan sólo, en nuestro destino, en los anales de nuestra salud.

Perderemos, si no, nuestra vida. Desapareceremos. El concepto mismo de ‘Europa’, carecerá de sentido. Somos nosotros los que damos color a este continente. Es nuestro hogar desde hace milenios.

Tendremos que echarlos de Europa. Tendremos que echarlos a patadas. Será, o ellos, o nosotros. Éste es el futuro que nos espera.

Apréstate a la lucha europeo, estás en guerra. Guerra fría y guerra caliente. Apréstate no a padecer, no a sufrir, no a lamentar… sino a luchar, a combatir por Europa.


*


Con estos escritos no quiero sino sumarme a los europeos que luchan por la libertad de Europa y contra el Islam. Contra el peligro ideológico y demográfico que amenaza con destruir a Europa, que amenaza con destruirnos.

Espero y deseo de todo corazón que estos misiles conceptuales logren hacer mella en el enemigo.



Desde Europa,

Manu Rodríguez

mannus000@hotmail.com

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